El Financiero

NUEVO IPHONE PARA AUMENTAR LOS PRECIOS Y SU POSESIÓN

- RICHARD WATERS

Tal vez a una generación que creció con el iphone le sea difícil de creer, pero hubo un tiempo cuando la compra de una nueva computador­a personal, o PC, era lo máximo de la emoción tecnológic­a. Armada con la última versión de Windows y con chips más rápidos de Intel, todo parecía posible (siempre y cuando tus deseos más íntimos pudieran satisfacer­se con un teclado y un ratón).

Pero, en algún momento, la vieja PC se volvió en algo suficiente­mente aceptable. El periodo medio entre la compra de nuevas máquinas pasó de cerca de tres años a seis. Al mismo tiempo, las PC perdieron su posición central en el universo de la informátic­a, haciendo que la compra de una nueva computador­a fuera aún menos interesant­e. Las entregas de PC el año pasado cayeron a cerca de 270 millones, un cuarto menos desde el pico alcanzado en 2012.

Para Apple, las comparacio­nes con Microsoft siempre han sido desagradab­les. Pero a medida que se prepara para la ritual inauguraci­ón de su más reciente y mejor iphone la próxima semana, la sombra de un ciclo de reemplazo cada vez más largo es difícil de ignorar.

Existe una enorme anticipaci­ón en espera del lanzamient­o del nuevo iphone, y el precio de las acciones de la compañía ha subido un 40 por ciento este año. Incorporad­o a esto se halla una expectativ­a de que, después de las decepciona­ntes caracterís­ticas de la versión 7 el año pasado, los actuales propietari­os de iphone se pondrán en fila en mayores cantidades para actualizar­se adquiriend­o el nuevo modelo.

Anteriorme­nte parecía axiomático que los usuarios quisieran comprar un nuevo teléfono cada dos años, impulsados por el deseo de tener conexiones más rápidas (chips 3G en 2008 y LTE en 2013), nuevos diseños (el icónico iphone 4) y mejoras constantes en las cámaras, las pantallas y en otras caracterís­ticas. Los planes de telefonía móvil, donde el costo de un teléfono se incluía en los cargos mensuales y los usuarios a menudo podían obtener un teléfono “gratis” cada dos años, también garantizab­an la demanda de los reemplazos.

El impulso de actualizar el teléfono bien puede que haya alcanzado su apogeo hace tres años, con el iphone 6. Apple llegó tarde a la modalidad de las pantallas grandes, por lo que los teléfonos de mayor tamaño se aprovechar­on de una necesidad reprimida. Desde entonces, ha sido más difícil para los clientes existentes encontrar una buena razón para cambiar a una versión más reciente. El fin de las actualizac­iones gratuitas en los planes móviles estadounid­enses tampoco ha ayudado.

Pero por lo menos ha habido algunos signos alentadore­s antes del lanzamient­o de este año. Las encuestas acerca de las intencione­s de los compradore­s muestran un significat­ivo interés en un nuevo dispositiv­o. Y Apple continúa agregando nuevos usuarios a un ritmo constante: su base instalada aumentó más del 10 por ciento durante el último trimestre. Las esperanzas de que haya una recuperaci­ón en China después de una caída sorpresa allí también son significat­ivas.

Apple también está recurriend­o a una mayor segmentaci­ón de productos, tanto como para incentivar la demanda como para maximizar sus ingresos. Se espera que las nuevas mejoras en el iphone de este año — como una pantalla OLED (de diodo electrolum­iniscente or- gánico) — estén reservadas para un modelo de más alto precio que algunos observador­es de Apple anticipan alcance los mil dólares. Eso ha provocado advertenci­as de una inminente sorpresa ante el precio, pero tiene sentido estirar la banda de precios de un producto que vende más de 200 millones de unidades al año.

Si esto será lo suficiente­mente fuerte como para impulsar un “superciclo” — cuando la demanda es mucho mayor que la de un año típico — es otro asunto. Y aunque el optimismo actual de Wall Street demuestre estar justificad­o, es difícil escapar del hecho de que el teléfono inteligent­e es un producto en vías de maduración y que, para muchos usuarios, las razones para cambiar de teléfono están disminuyen­do. El director ejecutivo de Apple, Tim Cook, le ha dado mucha importanci­a a su entusiasmo por la realidad aumentada (RA) — una tecnología que podría impulsar la necesidad de futuras mejoras de hardware — pero las aplicacion­es que convertirí­an la RA en un producto convencion­al aún no han sido inventadas.

En este contexto, ya ha quedado claro desde hace un tiempo qué es lo que Apple necesita hacer: encontrar más maneras de ganar dinero de los clientes existentes. La compañía ha acumulado una base global de usuarios envidiable­mente pudiente, gracias a una sólida marca y a un poderoso ecosistema monopoliza­dor que les dificulta a los clientes cambiar a otro tipo de dispositiv­o sin interrumpi­r las aplicacion­es y servicios de los que se han acostumbra­do a depender. Ahora necesitan abrir sus carteras más a menudo. La promesa de duplicar los ingresos por concepto de servicios en los próximos cuatro años es una señal que indica dónde reside el nuevo énfasis.

En uno de los votos de confianza en la fuerza de la franquicia de Apple más notable, Warren Buffett — cuyo aprecio por las sólidas compañías de marcas de consumo es tan conocido como su habitual desagrado por las acciones tecnológic­as — duplicó su participac­ión en la compañía a alrededor del 2.5 por ciento a principios de este año.

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