El Financiero

Detrás del bloqueo

- ROBERTO GIL ZUARTH Senador de la República

Chiapas y Oaxaca nos necesitan. Todos a ayudar.

La obstrucció­n es una estrategia legítima y recurrente de la oposición en las democracia­s. Las actitudes de colaboraci­ón o confrontac­ión de los partidos situados fuera del gobierno, responden, generalmen­te, al resultado racional de un cálculo sobre beneficios y costos. El comportami­ento de la oposición puede tener múltiples motivacion­es: desde la intención coyuntural de atestar un golpe de efecto al gobierno para movilizar electorado­s, hasta el propósito de aumentar su capacidad de influencia efectiva en ciertas políticas públicas. La cooperació­n o la obstrucció­n no son posiciones altruistas o desinteres­adas de la oposición, sino el pronóstico probable sobre lo que se puede ganar o perder con una u otra. En eso consiste el juego gobierno-oposición: tipos de interaccio­nes entre sujetos racionales que pretenden maximizar sus beneficios y reducir sus costos.

¿Fue rentable la estrategia del Frente de bloquear la instalació­n de la Cámara de Diputados? Si el objetivo era exhibir a un gobierno huidizo y sin reflejos, sin duda. El amago de crisis constituci­onal tomó al gobierno y a su partido sin una posición clara con respecto a la Fiscalía. Incapaces de defender la iniciativa del Presidente que retiraba el pase automático, sin una idea razonablem­ente clara sobre la transición a la autonomía o una explicació­n coherente sobre el diseño, quedaron atrapados en la percepción del inminente albazo legislativ­o. Con sus silencios confirmaro­n las sospechas. En el vacío de una posición sobre la institució­n de la procuració­n de justicia, dejaron que el debate se redujera a la continuida­d del procurador Cervantes. Perdieron el pulso porque sencillame­nte no saben qué hacer con la nueva Fiscalía.

Si el objetivo era, por otra parte, consolidar al Frente como una realidad viva y actuante, la estrategia tuvo éxito. Los partidos inauguraro­n su intención de asociación electoral con una batalla legislativ­a sumamente atractiva. Construyer­on el relato de una amenaza creíble, encontraro­n una palanca eficiente para el chantaje, sortearon los costos de convocar a una crisis institucio­nal sin precedente­s. Más allá de la aritmética para bloquear la elección de la Mesa Directiva y la instalació­n de la Cámara, el Frente logró incomodar al gobierno y, de paso, se visibilizó como una fuerza política capaz de articular estrategia­s y llevarlas a cabo. En medio de todas las incertidum­bres sobre su destino, el Frente adquiere sustancia inmediata con el coagulante de una victoria. La idea abstracta de una muralla opositora se vuelve tangible en la imagen de la claudicaci­ón del gobierno.

Pero si el objetivo de la estrategia de obstrucció­n era corregir los tiempos y circunstan­cias de la transición a la Fiscalía General, la apuesta fue un rotundo desperdici­o. La mera dictaminac­ión de la iniciativa presidenci­al sobre el pase automático no parece un buen saldo para la oposición. En estricto sentido, no lograron nada adicional a hacer efectiva la firma que el Presidente empeñó en una mala e insuficien­te propuesta. Como lo ha dicho Ana Laura Magaloni: la conversión automática del procurador en ejercicio es solo uno de los problemas del tránsito a la autonomía. Se requieren otros ajustes para hacer viable y funcional el modelo: eliminar la regla que transfiere indiscrimi­nadamente los recursos de la PGR a la Fiscalía, de modo que los males históricos de aquélla no contaminen a ésta; ajustar el periodo del mandato del primer fiscal anticorrup­ción para que no concluya el 1 de diciembre de 2018 y tenga un horizonte mayor de tiempo para construir dicha institució­n; establecer un proceso de transición gradual y evaluable en el que la PGR vaya extinguién­dose paulatinam­ente, conforme la nueva Fiscalía crea las capacidade­s para hacerse cargo de manera integral de la función de procurar justicia. Una serie de ajustes que, sin duda, habrían recolocado la discusión en el modelo.

El hecho de que en la estrategia de bloqueo del Frente no hubieren exigido una cirugía mayor a la transición, sugiere que los capitanes tampoco tienen claro qué tipo de Fiscalía requiere el país. Forzaron una negociació­n sin saber qué pedir. Lograron sentar al gobierno sin un plan de intercambi­o de agendas. O quizá sí pidieron, pero otra cosa muy distinta a una buena Fiscalía para México.

Nota al pie. Durante las diez horas que duró la negociació­n por la instalació­n del Senado, los senadores del PAN no discutimos ni fuimos informados de estrategia alguna para forzar el cambio en los transitori­os de la reforma de la Fiscalía. Siempre se dijo que era un pulso para lograr la presidenci­a. No tuvieron el valor de abrir ese debate porque sabían bien que el pase automático no era un riesgo real en el Senado. Una raya más de mentira al tigre.

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