Frente y vuelta
No cabe duda que el Frente Opositor antiamlo es una novedad. Pocas veces se juntan oficialmente los miedos y las fobias a alguien. Yo creo que hasta en eso es importante cierto orden, pero no parece ser lo que priva en esa organización. Creo que uno de sus problemas iniciales es que ni siquiera tiene la honestidad de declararse como tal: su motivo es ganarle a AMLO, no es otro. Y no me parece mal. A mí Andrés Manuel me parece una opción nefasta para el país, pero que lo digan así. Dicen que van a cambiar el régimen, pero en todos estos años que han tenido responsabilidades públicas –salvo algún caso marginal– no han hecho nada paro lograrlo, al contrario, estos últimos cinco años se la pasaron todos negociando y de comparsas de Peña y su gobierno. Dicen que la transición fracasó, pero no se sienten corresponsables del fracaso. Deberían empezar por renunciar a cualquier cargo para dar viabilidad a su mote ciudadano. Mientras tanto, sigue siendo un partido mezcla de los demás como… Morena. Es una agencia de reciclaje y colocación de personajes que llevan décadas en posiciones de poder y que buscan la manera de quedar de nuevo en el candelero.
Otra cosa que se olvida el Frente, es que no necesariamente del odio al contrario y del odio mutuo salen buenas cosas. Entre los que lo conforman ha privado el desprecio y el coraje. Ellos dicen que los harán a un lado en lo que dura su aventura opositora. Lo dudo, para varios de ellos el rencor ha sido un verdadero motor que les ha dado amplios éxitos y satisfacciones. Juntar a todos puede sonar bien, pero no funciona ni en una fiesta, todo termina en un gigantesco desencuentro. El perredista Agustín Basave declaró (Proceso #2132) que si el candidato era Rafael Moreno Valle – que públicamente ha repetido por doquier que quiere ser candidato de la naciente coalición– él se va del Frente, del PRD, y se va con Andrés Manuel López Obrador. Así de fuertes los lazos en el Frente Opositor. Y eso que esto apenas comienza.
Que el PRD no haya siquiera podido registrar la agrupación en el INE no es poca cosa. No le puso ni el nombre correcto. Es una muestra de la improvisación, de la prisa que domina a la agrupación. Por supuesto que hay que reconocer que encontraron en el descarrilamiento de Raúl Cervantes a la Fiscalía un logro. Necesitaban una bandera, una muestra de que eso funcionaba y necesitaban probar a un líder del movimiento, ambas cosas recayeron en Ricardo Anaya y las sacó adelante. Es el triunfo de “una grilla”, una acción política en la que convergieron con sectores de la sociedad y de los medios. No fue poca cosa en medio del desastre que es el peñismo y de la claudicación de los partidos de oposición los primeros cuatro años de este gobierno –oposición lacayuna, encabezada por la mayoría de los organizadores del Frente. Pero en el fondo fue una acción que no necesitó más que desandar el camino que ellos mismos habían andado, no hay jugada maestra tampoco.
Vendrán sus métodos de selección de candidato, que parecen ser más bien –por lo que se ha filtrado a la prensa– un conjunto de vetos y restricciones de participación. Vendrán también las definiciones de si será un frente en todos lados o nada más para la Presidencia. Vienen definiciones y acciones. A ver en qué acaban. Ya vimos el Frente, falta la vuelta.
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