El Financiero

JUSTICIA QUE DESTRUYE

TEMPESTAD, DOCUMENTAL QUE REPRESENTA­RÁ A MÉXICO EN EL OSCAR, MUESTRA UN RETRATO DE LA IMPUNIDAD EN MÉXICO

- LIZBETH HERNÁNDEZ EDUARDO BAUTISTA

Dijo Simón Bolívar que la justicia es la reina de todas las virtudes republican­as; sin ellas, aseguraba, ninguna nación puede gozar de libertad e igualdad. La documental­ista mexicana Tatiana Huezo sabe algo de eso cuando sostiene en entrevista con El Financiero que, en México, la justicia, en lugar de proteger, destruye.

Su película Tempestad (2016) —un retrato de la violencia y la impunidad que impera en el país desde que se desató la guerra contra el crimen organizado, en 2006— ha sido elegida por la Academia de Ciencias y Artes Cinematogr­áficas (AMACC) para buscar una nominación al Oscar y al Goya.

La historia conmovió al público del Festival Internacio­nal de Cine de Berlín y generó distintas reacciones en la prensa, como la del semanario Die Zeit, que reseñó lo siguiente: “Tempestad muestra imágenes del México de hoy: puestos de control policíacos, retenes, viajes inseguros en autobús. El terror se genera en el espacio entre las voces narrativas y las imágenes de una normalidad que parece completame­nte absurda”.

Huezo no cierra los ojos ante la violencia. Es imposible hacerlo, dice, ante una realidad tan adversa que se traduce en frías, pero necesarias estadístic­as: 186 mil muertos ha habido en México entre diciembre de 2006 y diciembre de 2015, según datos del Inegi. La agencia AP cierra la cifra en 100 mil muertos y 30 mil desapareci­dos. Incluso los militares pidieron un cambio de orden: “nosotros no pedimos estar aquí. No nos sentimos a gusto”, sentenció el titular de la Sedena, Salvador Cienfuegos Zepeda, en diciembre de 2016.

Sin embargo, la tarea de Huezo consistió en hurgar en las cloacas para ex- traer dos de entre tantas historias de impunidad que se encontró. Así nació Tempestad, un documental que plantea dos relatos tan desgarrado­res como comunes en la sociedad mexicana: el de Miriam Carbajal, una mujer convicta en un penal de Matamoros por un delito que no cometió (tráfico de personas), y el de Adela Alvarado, una madre que trabaja como payaso en un circo ambulante y que lleva buscando a su hija desde hace 12 años, sin el apoyo de las autoridade­s.

“Estos casos nos dejan una sensación de orfandad ante un sistema completame­nte corrupto e ineficaz. No pienso que los documental­es tengan el poder de cambiar las cosas. Quizá ayudan, pero no es su objetivo: su motivación estriba en vincularno­s con esas realidades, ponernos junto a ellas y provocar empatía”, afirma la egresada del Centro de Capacitaci­ón Cinematogr­áfica (CCC), quien desde hace varios años ha dado cuenta de un tipo de drama: el de las muertes, los levantones y las desaparici­ones.

Tatiana Huezo nació en El Salvador, uno de los países más violentos del mundo, donde existe una tasa promedio de 81 asesinatos por cada 100 mil habitantes, según datos de la ONU y del propio gobierno salvadoreñ­o. Interesada en los efectos emocionale­s que provocan los conflictos bélicos en cada persona, en 2011 estrenó su ópera prima, El lugar más pequeño, un docu-

Estos casos nos dejan una sensación de orfandad ante un sistema completame­nte corrupto e ineficaz”

No pienso que los documental­es tengan el poder de cambiar las cosas, quizá ayudan, pero no es su objetivo: su motivación estriba en vincularno­s con esas realidades, ponernos junto a ellas y provocar empatía” TATIANA HUEZO Cineasta

mental que revela los testimonio­s de cinco familias que se reencuentr­an con su pueblo (Cinquera) tras la Guerra Civil Salvadoreñ­a (1979-1992), que dejó un saldo de 80 mil muertes de civiles y alrededor de 500 mil desplazado­s.

Tempestad va por esa línea: la de los traumas psicológic­os que deja la violencia. Una de las protagonis­tas, Miriam, asegura que nadie está exento de la injusticia en la sociedad mexicana. Eso fue precisamen­te lo que conmovió a Huezo: “el hecho de sentirme tan vulnerable como las protagonis­tas de mi documental”, dice en entrevista.

Su trabajo anterior, Ausencias (2015), es otro documental que aborda el tema de la desaparici­ón forzada. Fue otro caso real, el de Lulú, quien lleva cinco años buscando a su padre y a su hijo luego de que ambos fueran

levantados por un comando armado. “Contar la vacuidad de una persona no es sencillo, porque el vacío, el agujero que queda, no es catártico ni reconcilia­dor, sino desolador”, afirma la cineasta.

A Tempestad le precede su éxito. En julio pasado obtuvo un Ariel en la categoría de Mejor Dirección y en 2016 ganó el premio principal del Festival Internacio­nal de Cine Documental de la Ciudad de México y del Festival Internacio­nal de Cine de Morelia. También recibió una Mención Especial del Jurado del Premio Caligari a la innovación en el ámbito cinematogr­áfico, que concede la prestigiad­a revista Film Dienst.

La estética juega un papel importante en Tempestad. La revista francesa Critique Film señala que “la puesta en escena tiene ese raro y precioso don de convertir lo ordinario en poesía fílmica, cada una más expresiva y vigorosa que la anterior”. Desde los albores de su carrera, la intención de Huezo ha sido traducir la tragedia en un lenguaje cinematogr­áfico sutil, tan natural como las historias mismas que cuentan sus personajes.

La mexicano-salvadoreñ­a tiene una máxima, que bien pordía ser un primer paso para conseguir esas virtudes republican­as de las que hablaba Simón Bolívar: “México debe ser capaz de impartir justicia hasta para los culpables”.

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