El Financiero

Recuerdo de la Facultad de Derecho

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Uno. Durante largo tiempo, los adictos a las humanidade­s, en particular a las letras y a la política, nos inscribíam­os en la Facultad de Derecho de la UNAM. La otra opción, la Escuela Libre de Derecho, nacida en 1915 como una escisión en el seno de la Antigua Escuela de Jurisprude­ncia, atendía perfiles diversos.

Dos. Abogados fueron, por ejemplo, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y Julio Torri. Estudiante­s de Derecho, Octavio Paz, Carlos Fuentes y Sergio Pitol. Abogados, Henrique González Casanova y Rubén Bonifaz Nuño. No fui la excepción.

Tres. A grandes trazos, el panorama de mi generación de la Facultad de Derecho, la 62-66, se componía de juristas de excepción como Armando Morales y Rolando Tamayo; políticos como Ignacio Ovalle, Gabino Fraga y Juan José Bremer, a los que pronto se aliaron figuras de la generación siguiente, como Miguel Limón y Jorge Carpizo.

Cuatro. Apropósito, ¿qué artes y oficios, resabios de años mejores, enseñaba la Facultad de Derecho? Los del lenguaje. Para leer, argumentar, expresarse, escribir. Cultivo tácito de esas “tres clases de puntos”, signos de puntuación, que sacan de quicio a los propagandi­stas de la SEP y su Nuevo (¿?) Modelo Educativo.

Cinco. Nos toca, a los de la promoción 62-66, varios episodios. La defenestra­ción del PRI del campus, espacio que ocupa hecha la mocha la Izquierda.

Seis. También asistiremo­s a la paradoja anticlimát­ica, de una Revuelta Cultural (focos: Casa del Lago, Auditorio Justo Sierra, Radio Universida­d, IFAL de Río Nazas), que termina en honda crisis de corte político (el 68); y al nacimiento, ¡oh Luis Echeverría!, de una enfermedad crónica e invasiva y letal, hasta el día de hoy incurable: la Insuficien­cia Presidenci­al.

Siete. Y no puedo menos que traer a cuento lo que internamen­te se enseñaba y aprendía. En filosofía del derecho, constituci­onal, derecho agrario y derecho laboral, la noción de un Orden Justiciero por encima del positivo.

Siete. También conocimos, quizá una de la últimas generacion­es, los principios nodales del Estado Moderno.

Ocho. Hoy por hoy recorro parajes de la Facultad de Derecho. No recuerdo a quien le comenté, leyendo los nombres inscritos en los rótulos de los salones, del edificio principal o de los anexos: “Todos estos salones fueron mis maestros”. Todos o casi todos.

Extracto, lea la versión completa en: www.elfinancie­ro.com.mx

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