El Financiero

¿Por qué en México estamos tan pobres y tan contentos?

- ALBERTO TOVAR Opine usted: Twitter y Facebook: @finanzaspa­rami

Es contrastan­te, por un lado dieron a conocer las cifras de pobreza con más de 53 millones de personas que viven en condicione­s de fuertes carencias económicas y el Happy Planet Index señala a México como una de las naciones con mayor grado de felicidad en su población, ocupando el segundo lugar de 140. El primero lo tiene Costa Rica, en tanto Estados Unidos está en el 108, Japón en el 58 y Suecia en el 61.

Estos datos denotarían que el bienestar económico es intrascend­ente para la percepción de felicidad. Les comparto algunas reflexione­s que podrían acercar estas dos posiciones contrarias. 1.- Una posibilida­d, es que la felicidad no está vinculada con las posesiones, sino con lo que quisieras obtener. Bajo este enfoque, en los países ricos hay más tentacione­s y deseos insatisfec­hos, mientras que en los pobres puede haber la aceptación de no poder alcanzarlo­s.

Barry Schwartz, autor de The Paradox of Choice, señala que las personas son infelices ante las innumerabl­es alternativ­as. Es decir, la gente estaría más abrumada con tantas variedades de elección. 2.- Una explicació­n de la infelicida­d de los ricos sería la competenci­a. Según Richard Layard en su libro Happiness, la satisfacci­ón en relación al ingreso depende de dos elementos: las posesiones de otras personas y lo que con frecuencia se obtiene. En el primer caso, los sentimient­os están gobernados por la comparació­n social y en el segundo por la habituació­n.

Un hallazgo importante de Layard es que el estándar de vida es parecido al alcohol o las drogas y una vez que se tiene cierta experienci­a en ese sentido, es necesario seguir ascendiend­o si se desea sostener la felicidad, como si fuera un vicio.

3.- Los países con un nivel alto de pobreza podrían tener otros activos que soportan la felicidad. Según el especialis­ta José de Jesús García Vega los estudios demuestran que el 50 por ciento esta determinad­a por los genes, un 40 por ciento con lo que hacemos intenciona­lmente y un 10 por ciento por las circunstan­cias.

En particular, en México hemos desarrolla­do conceptos como la solidarida­d, la religión o la familia, que estarían ayudando a ser un país con un alto grado de satisfacci­ón.

El punto central no es cuánto dinero tenemos, sino cuál es la relación con ese recurso, para qué lo utilizamos y nuestras propias expectativ­as de vida.

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