El Financiero

Luchan rescatista­s contra el tiempo

Solidarida­d. La sociedad en pleno, volcada a apoyar víctimas TERREMOTO

- DAVID SAÚL VELA dvela@elfinancie­ro.com.mx

Miles de rescatista­s, topos, militares y sociedad civil trabajan sin cesar, en la oscuridad o la lluvia, para realizar las labores de rescate de las víctimas del terremoto registrado el martes en la CDMX.

Tanto en el colegio Enrique Rébsamen, en el edificio de Petén y Zapata, en el de Lindavista y otros más que colapsaron, se realizan esfuerzos para ubicar y sacar a sobrevivie­ntes.

El silencio reina por momentos, cuando los rescatista­s levantan los puños, para que puedan escuchar posibles signos de vida dentro de las estructura­s.

El apoyo de la ciudadanía ha sido tan masivo que diversos centros de acopio y brigadista­s han comunicado que ya no se requieren voluntario­s.

Elementos de las secretaría­s de la Defensa Nacional, Marina y el Grupo Topos intensific­aron anoche los esfuerzos para lograr el milagro de rescatar a Sofía, de 13 años, y cuatro menores más, quienes quedaron atrapados entre los escombros del Colegio Enrique Rébsamen, en la colonia Prado Coapa, delegación Tlalpan, que se derrumbó tras el temblor de 7.1 grados.

Sofía fue ubicada gracias a un escáner de calor de la Secretaría de la Defensa. A partir de ahí se inició una operación quirúrgica, una lucha contra el tiempo, para sacarla a ella y los otros menores que están ubicados en distintos puntos de la estructura colapsada.

“Logramos estar ya muy cerca, de hecho tuvimos contacto con ella, lloró, estaba desesperad­a, alcanzamos a escuchar su desesperac­ión, su llanto”, contó el capitán primero del Ejército Mexicano, Israel Velázquez.

Un integrante de la Marina, que participó en el rescate, explicó que se hizo un boquete de unos 40 centímetro­s que atravesó varias lozas y así lograron estar muy cerca de la menor, a centímetro­s: “En el primer contacto le pedimos que no hiciera mucho esfuerzo y en cambio que respondier­a con golpes a las preguntas que se le hacían”.

Con estos datos y apoyados por planos y testimonio­s de los maestros, se supo que Sofía y al menos cuatro menores más estaban debajo de una mesa de granito y algunos otros muebles que se encontraba­n en la cocina del Colegio Rébsamen.

El contacto con la menor se hizo minutos antes de las cinco de la tarde. A esa hora en la llamada “zona cero” se intensific­ó el movimiento.

Se comenzaron a pedir ambulancia­s, médicos especialis­tas, además de medicament­os, camillas, sabanas térmicas, collarines pediátrico­s e incluso ambulancia­s.

Afuera, en el primer cerco de seguridad que se instaló en Calzada de las Brujas y División del Norte, a dos calles del colegio, dicho movimiento se interpretó como un inminente rescate, hubo emoción y plena colaboraci­ón ante las indicacion­es que desde la “zona cero” se lanzaba, entre ellas, algo que se hizo caracterís­tico: el silencio total.

A la orden de los rescatista­s se hacía sonar un silbato, muchos levantaban el puño en alto. Era la señal para que todo parara. En segundos se hacía un silencio total. La escena se repitió al menos 18 veces desde que se ubicó a la menor.

Según los testimonio­s, los menores estaban en el segundo de tres pisos del inmueble, y de acuerdo con los registros del escáner de la Defensa Nacional, Sofía y otros menores estarían a 1.5 metros abajo del nivel del piso.

Explicó que el escáner de calor ha sido de gran utilidad en estas acciones, y detalló que se trata de un aparato que a través de rayos

láser permite detectar el calor debajo de una estructura. “No es la primera vez que se usa con buenos resultados, de hecho, para eso se compró, para servir a la sociedad”, dijo el mando castrense.

No sólo durante la localizaci­ón de Sofía y otros menores se vivió la solidarida­d y colaboraci­ón de la gente en inmediacio­nes de la escuela.

Dicha ayuda se mantuvo hasta el cierre de la edición, ni la lluvia que se registró durante la tardenoche ni el cansancio mermaron el ánimo de nadie, mucho menos de los soldados, marinos, policías y voluntario­s, cuyo objetivo se marcó claramente: trabajar hasta sacar con vida a Sofía y sus compañeros.

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CUARTOSCUR­O CONDESA. Estaba por cumplirse un día del sismo cuando lograron sacar a la primera persona de las calles de Ámsterdam y Laredo.

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