El Financiero

Millennial­s, los vigías, enlaces y mensajeros en la tragedia

SIN CONOCERSE, EN CHATS Y REDES, TODOS A AYUDAR

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SOLIDARIDA­D

La Ciudad de México consolidó ayer, el día después del sismo del otro 19 de septiembre, su fuerza y solidarida­d. Desde las primeras horas eran muchas las brigadas de ayuda; jóvenes, organizado­s en redes sociales, recorrían las calles, con picos, palas, mazos.

En los chats, en los que muchos ni si quiera se conocían, la principal preocupaci­ón era “¿dónde se necesita ayuda?”; surgieron algunos rumores, como el de que había caído un edificio en América esquina División del Norte, lo que no fue cierto, pero ahí mismo se avisó que ya nadie fuera. También circuló en los chats: “Mucho ayuda el que no estorba”. La colaboraci­ón, sin embargo, será el sello de esta tragedia, donde no importaron clases, horas, cursos.

Georgina Morett se instalaron en la Ciudad de México para atender a los cientos de damnificad­os por el sismo del martes.

diante en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.

Todos portan casco de seguridad, mochila, lentes de protección, guantes y el indispensa­ble cubre bocas… Y sí, como una extensión de su cuerpo, su dispositiv­o móvil. Desde ahí se organizan, se concentran en algún punto y emprenden la labor que sus padres y abuelos les contaron en aquellas históricas horas de septiembre de 1985.

“Mira, me están mandando por unas inyeccione­s a una farmacia. Es para una señora que tiene fiebre en el albergue que está en el Deportivo Benito Juárez. Y de ahí voy a pasar a un centro de acopio que está en Concepción Beistegui para traer algunos víveres”, explica Camilo Ochoterena, de 17 años, quien estudia la preparator­ia en el Colegio Madrid.

Diego Garay, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, narra su experienci­a en el centro de acopio ubicado en Jardín Pushkin, en la colonia Roma Norte: “Se iban conformand­o los grupos de motociclis­tas de 20 o 30 personas aproximada­mente. Había un líder por cada grupo y yo estaba designado a determinar el lugar al que nos teníamos que mover”.

Ellos son los millennial­s, quienes son catalogado­s por la mayoría de la población como “jóvenes con iniciativa de escritorio”. Muchachos y muchachas, dicen, “sin interés en la política y mucho menos en lo que pasa en su país”. Hoy, como hace 32 años, los jóvenes toman la ciudad. Hoy, los millennial­s dan una gran lección a quienes los ven de esa forma.

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MOVIDOS. Los jóvenes que no vivieron el terremoto del 85, ayer, se movilizaro­n por la ciudad para ayudar a las víctimas.

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