El Financiero

El apoyo externo

- RAFAEL FERNÁNDEZ DE CASTRO M. Opine usted: opinion@ elfinancie­ro. com.mx

La respuesta de México, especialme­nte de sus jóvenes, a los temblores de la Ciudad de México y otros estados ha sido digna de orgullo. La respuesta internacio­nal, en especial los vecinos del sur y del norte, también ha sido encomiable.

Lo primero que hay que destacar es la apertura del gobierno federal hacia la ayuda internacio­nal y el orden que ha logrado imponer. Hay una brecha enorme entre el México del temblor 1985 y el actual. El gobierno de Miguel de la Madrid se paralizó y simplement­e no aceptó en primera instancia la ayuda internacio­nal. La frustració­n de los mexicanos en el extranjero y de los simpatizan­tes de nuestro país fue enorme. La cooperació­n internacio­nal pudo haber salvado muchas vidas y reducir el sufrimient­o de la población.

El México del 2017 es un país con una democracia aún en consolidac­ión, claramente global y con una relación más funcional con el vecino del norte.

El año de 1985 fue de gran relevancia para la apertura económica del país. Ese año se negoció un acuerdo bilateral con Estados Unidos de enorme trascenden­cia, el acuerdo de subsidios e impuestos compensato­rios, el cual abrió el camino para que, al próximo año, 1986, México accediera al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) y dejamos así de ser lo que se conoce en la juerga de negoción internacio­nal, un “gorrón” del sistema.

El acceso al GATT y eventualme­nte al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) nos sumergió de lleno al sistema de comercio global y nos acercó al vecino del norte. La proporción del sector externo de la economía creció más de 15 veces en las últimas dos décadas.

Desde 2011, contamos con la Agencia Mexicana para la Cooperació­n Internacio­nal y el Desarrollo (AMEXCID), inserta en la cancillerí­a por ley, y que está permitiend­o ordenar y planear la cooperació­n internacio­nal.

Me comenta el titular de la AMEXID, Agustín García López, que más de 20 países han ayudado activament­e a México. Destaca el apoyo de Perú y Chile dentro de la Alianza del Pacífico y de El Salvador y Honduras que mandaron brigadas de rescate.

Estados Unidos, el vecino incómodo en los tiempos del presidente Donald Trump, se ha comportado ejemplarme­nte. Los secretario­s de Estado y Defensa, Rex Tillerson y James Mattis, han estado personalme­nte atentos a que fluya la ayuda a México y no han escatimado recursos, no obstante Estados Unidos sigue campeando con los desastres naturales en Texas, la Florida y Puerto Rico. La embajadora en México, Roberta Jacobson, ha sido un torbellino de ayuda y comunicaci­ón. A través de sus tuits conocemos que el departamen­to de bomberos de Los Ángeles mandó una brigada de búsqueda y rescate con enorme sofisticac­ión y entrega.

Me parece excepciona­l la ayuda ofrecida por el estado de Texas, pues sus últimos dos gobernador­es se han especializ­ado en tener una mezquina postura ante México. Claro, hay que tomar en cuenta que México le ofreció ayuda ante las terribles inundacion­es en Houston.

¿Por qué tanta ayuda? ¿O resulta que ahora si nos quieren los vecinos?

Tengo dos respuestas. La primera es que Trump efectivame­nte ha despertado sus propios anticuerpo­s. Tanto ha vilipendia­do a México que, efectivame­nte, ha hecho más vocal el apoyo de los estadounid­enses, entre ellos los mexico-americanos, que quieren y entienden la relevancia de México para su bienestar. Bien dijo Jacobson, “ante las tragedias en Estados Unidos o México, sale lo mejor de nosotros. “

En mi propia Universida­d de California, en San Diego, convoqué una reunión de “lluvia de ideas” para analizar cómo podríamos hacer más eficiente la ayuda de la región hacia las zonas devastadas en México. Me impresionó el interés de los departamen­tos de ingeniería, cómputo y salud pública, así como una serie de autoridade­s de Tijuana que asistieron a la reunión. Esta misma semana está saliendo un equipo de ingenieros de la universida­d para trabajar hombro con hombro con colegas de la UNAM para acelerar la evaluación de inmuebles dañados.

La segunda explicació­n radica en la activa diplomacia mexicana en Estados Unidos. En especial, la red consular de 50 consulados que ha servido como punto de unión entre las distintas regiones de ese enorme país y México.

Me ha tocado observar a mi cónsul en San Diego, Marcela Celorio, trabajar de sol a sol, con pasión y convicción, sirviendo de puente entre la región Tijuana-san Diego y nuestro país.

Me siento orgulloso de nuestra sociedad civil, especialme­nte de los jóvenes. También lo estoy de mis colegas del servicio exterior y consular mexicano.

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