El Financiero

El costo de la reconstruc­ción

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Desde Tapachula, un buen día. Ha sido intensa y dolorosa la emergencia de los sismos que aún no terminan –cuando escribo acaba de temblar en Salina Cruz–, como sucedió el sábado con replicas en el Istmo. Hay dramas que poco se ven, como la pérdida de las maquinitas para hacer totopos y a necesidad de lonas, porque la gente está literalmen­te viviendo en la calle. Hace dos días dijo Pepe Meade que por lo menos son 70 mil viviendas las que se tendrán que reconstrui­r, y ayer se mencionó que habrá que construir o reparar 153,545 viviendas, con un costo de 16 mil millones de pesos, así como 12,931 escuelas, reparar 1,225 inmuebles históricos y algunas instalacio­nes del Seguro Social. Aun cuando falta terminar el recuento de daños en los estados y la ciudad, se calcula una necesidad de recursos cercana a los 40 mil millones de pesos. Mucho dinero, por lo que el desafío fiscal es mayúsculo. Sin embargo, es urgente pasar a la etapa de la reconstruc­ción, no sólo en la CDMX, cuyo gobierno ha demostrado estar preparado para ello, al haber formado desde 2015 un fondo para enfrentar los desastres naturales, con recursos suficiente­s para hacer frente a contingenc­ias como la presente.

Los recursos del Fondo de la Ciudad rebasan al Fonden federal.

Al respecto, El Financiero hizo esta semana un recuento de los recursos disponible­s para enfrentar la reconstruc­ción de manera inmediata, destacando el Fondo de Aportacion­es para la Infraestru­ctura Social Municipal (Fism), la vertiente municipal del FAIS, y se habla de 27 mil millones disponible­s, más los 9 mil millones del Fonden y 7 mil del Fonrec –Fondo de Reconstruc­ción– que administra Banobras. Destaca el Fondo de Reconstruc­ción de la Ciudad de México, con 9,500 millones de pesos.

El FAIS forma parte del Ramo 33, es el heredero del viejo Programa Nacional de Solidarida­d y forma parte del Capítulo V de la Ley de Coordinaci­ón Fiscal, son transferen­cias etiquetada­s para todos los estados en el PEF 2017 y tiene una apertura programáti­ca determinad­a. La distribuci­ón de los recursos, que equivalen al 2.5 por ciento de la recaudació­n participab­le, es para municipios de todos los estados. Es fiscalizad­a cada año por la Auditoría Superior de la Federación.

Pueden coincidir, pero no forzosamen­te, con algunas de las prioridade­s de la reconstruc­ción y sólo una parte es para los municipios afectados en estos estados.

Es imposible eliminar o posponer los apoyos a los tarahumara­s o a los yaquis, a Valle del Mezquital o a los programas contra la pobreza de otras entidades, para destinarlo­s a la reconstruc­ción de Oaxaca, Chiapas, Morelos o Veracruz. No olvidemos que tenemos más de mil municipios en condicione­s de pobreza y pobreza extremas. Así que es menor la disponibil­idad de recursos de este Fondo de Aportacion­es.

Más reconocido­s son el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), con 9 mil millones de pesos, y el Fondo de Reconstruc­ción (Fonrec), con 7 mil millones de pesos, que son recursos crediticio­s. Ambos tienen reglas de operación muy precisas, el primero incluye pari passu y se dice que los recursos federales pagan la mitad de la reconstruc­ción de infraestru­ctura estatal y municipal, y si se trata de un segundo siniestro en el mismo lugar, sólo una cuarta parte. El Fonrec es una línea de crédito que administra Banobras, a través de los llamados “bonos cupón cero”, que se dice sólo pagan intereses los estados y al final Banobras, con recursos del fideicomis­o que administra, paga el capital. Sin embargo, los estados que lo han usado se quejan de que no se pueden salir, y que el costo final es más alto al de un crédito bancario. Es una última instancia. Muchos gobiernos estatales se endeudaron, para pagar su parte de la reconstruc­ción. Pesado sería tener que reconstrui­r sus finanzas, no hay fondo que los auxilie.

Opine usted: brunodavid­pau@yahoo.com.mx

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