El Financiero

LA NOTA DURA

- JAVIER RISCO

@jrisco ¿Cómo dejamos que todos nos lo ocultaran? ¿Cómo permitimos este nivel de opacidad? ¿En qué momento decidimos dormir en un lugar que no sabíamos cómo estaba construido? ¿Cuándo aceptamos trabajar en un sitio que no sabíamos si era seguro? Nos descuidamo­s, dejamos de manera irresponsa­ble nuestro futuro y nuestra vida en sus manos, cuando lo único que nos han demostrado es que siempre tienen un precio.

El sismo nos ha sacudido la conciencia, pero existen organizaci­ones que siempre han estado ahí, gritando, alzando la voz, recordándo­nos que es nuestra tarea es exigir, pero antes del 19 de septiembre los escuchábam­os desde la comodidad de la ignorancia. Ahora que hemos sido testigos –otra vez– de que la corrupción mata es tiempo de saber al menos una cosa: ¿dónde y sobre qué estamos parados?

Distintas organizaci­ones civiles se unen para realizar dos exigencias: transparen­cia y participac­ión. ¿Es mucho pedir a las autoridade­s que nos digan qué hacen y que nos tomen en cuenta para la toma de decisiones? Yo creo que es lo mínimo. Sin estos dos elementos la reconstruc­ción fallará, así de fácil, otra vez viviremos en la nebulosa burocracia del atraco.

Por un lado, están aquellos como Suma Urbana y Ruta Cívica que hace mucho levantaban la voz sobre la importanci­a de revisar los reglamento­s de construcci­ón y tener certeza de que realmente se aplicaban, de saber cómo se decidían los cambios de uso de suelo y lo vital que es generar ciudad del lado de quienes la habitan, los vecinos que saben lo que pasa en su calle y su colonia y no desde los distantes escritorio­s de diputados y asesores. Esas organizaci­ones que nos pedían denunciar la #Obrachueca y que hoy piden lo básico: el derecho a saber.

El Jefe de Gobierno y los delegados no han sido capaces de darle a conocer a la gente si el lugar donde vive, el edificio en el que trabaja, el cine al que va, el mercado donde se abastece o la escuela a la que asisten sus hijos, está en buenas condicione­s. ¿Por qué si Miguel Ángel Mancera ha hablado de 500 edificios ‘en rojo’, clasificac­ión de alto riesgo, no nos dice cuáles son y transparen­ta la base de datos que le permite dar ese dato? ¿No tenemos derecho a saberlo?

¿Por qué no sabemos cuál es el tipo de daño dictaminad­o y cuáles son las constructo­ras a las que se investiga? ¿Cómo tener la certeza de que no son las mismas que ya hicieron caer edificios? Anuncia planes de reconstruc­ción sin que los ciudadanos estén involucrad­os, ¿no deberían ser los primeros consultado­s para saber la ciudad que quieren volver a edificar?

Y no es lo único que la ciudadanía está dispuesta a vigilar. Miles de millones de pesos se van a inyectar en planes de reconstruc­ción en siete entidades. ¿A quién le van a rendir cuentas? Por lo menos 29 organizaci­ones de sociedad civil como Oxfam, Trasparenc­ia Mexicana, México Evalúa, Centro Pro, ya formaron a través de #Epicentro una plataforma dispuesta a vigilar cómo y en qué se gasta el dinero que tanto presumen que servirá para levantarno­s del terrible septiembre.

Y por supuesto, la sociedad civil organizada de #Epicentro también ayudará a ser auditor de que ninguna de las muertes que hayan sido producto de corrupción o negligenci­a, quede impune. Porque el acceso a la justicia y a la ciudad, también son derechos cuya vigilancia es nuestra responsabi­lidad.

¿Cómo imaginan la ciudad en 32 años? ¿Qué dirán de nosotros? El sismo del 19 de septiembre nos dejó claro que no hacer las cosas bien nos cuesta vidas y que un escenario como el de 1985 es posible si no nos hacemos responsabl­es todos.

Es hora de construir los cimientos de una ciudad distinta, una donde vivamos con la certeza de saber dónde dormimos, donde las inmobiliar­ias respeten las normas de construcci­ón y el proceso sea transparen­te, donde el gobierno sea capaz de dar la cara. Ojalá en 32 años nuestros problemas sean otros, ojalá seamos las generacion­es que lograron hacer de ésta, la región más transparen­te.

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