El Financiero

¿Dónde quedará la bolita?

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Segurament­e conocen el juego en el que una persona esconde una pequeña pelota en un vaso, mientras otros dos quedan vacíos, le pide a un observador que se fije muy bien para ubicar cuál será el vaso en el que quede la bolita después de moverlos rápidament­e. Todos creemos que será fácil ubicar el vaso correcto, pero no, usualmente gana el que los mueve a toda velocidad.

Algo parecido está por suceder con los recursos para la reconstruc­ción y rehabilita­ción de los inmuebles destruidos por los temblores de septiembre. El juego apenas está empezando, hay más de tres vasos y miles de millones de pesos que harán el papel de bolitas escurridiz­as. Será muy difícil seguirles la pista.

El costo estimado de los sismos hasta el momento es 37 mil 500 millones de pesos, de los cuales 16 mil 500 millones correspond­en a viviendas destruidas o dañadas, 14 mil millones a escuelas y 8 mil millones a la infraestru­ctura cultural del país. La distinción no es ociosa, porque los fondos a los que se podrá tener acceso en el proceso de reconstruc­ción dependen del tipo de inmueble destruido.

En lo que toca a las escuelas, toda la infraestru­ctura de escuelas federaliza­das está asegurada, pero no será suficiente pues el monto asegurado llega a los mil 800 millones de pesos. Para la rehabilita­ción o reparación de daños menores se podrán usar los recursos de Escuelas al 100, que ya están presupuest­ados. Para la recuperaci­ón de las escuelas estatales se otorgarán apoyos parciales inmediatos usando recursos del Fonden y recursos estatales.

Entiendo la prisa por reparar y en muchos casos por tirar y reconstrui­r de cero. Hay niños tomando clases en la calle, bajo carpas en parques o en casas prestadas. Pero a pesar de la tragedia, aquí se abre una ventana de oportunida­d. La infraestru­ctura existente de las escuelas dista de ser óptima. No solo no es buena bajo estándares mínimos de calidad —pensemos que en los estados más afectados no es raro que haya escuelas sin baños, sin bebederos, sin energía eléctrica—, pero tampoco es la adecuada para la implementa­ción del nuevo modelo educativo. Valdría la pena hacer una breve pausa para pensar en reconstrui­r no a las carreras sino con mejores estándares y con las caracterís­ticas necesarias para que los niños puedan “aprender a aprender”.

El Fonden tiene presupuest­ados para este año 9 mil millones de pesos, pero su operación también contempla mecanismos de transmisió­n de riesgo como seguros y bonos. La suma asegurada alcanza los 5 mil

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