El Financiero

DONALD TRUMP Y EL GRUPO DE PRESIÓN DE ARMAS

Por un México próspero y justo

- EDWARD LUCE

Tras el más mínimo rumor de un ataque terrorista en Europa, Donald Trump siempre tiene una respuesta lista. “La prohibició­n de viajar a EU debe ser mucho más amplia, firme y específica”, escribió en Twitter el Sr. Trump después del atentado con bomba en el Metro de Londres el mes pasado, donde nadie perdió la vida. La Scotland Yard debería haber sido más “proactiva”, agregó.

En contraste, el Sr. Trump recurrió a las oraciones después del mayor tiroteo masivo en la historia moderna de su país, en el que murieron 59 personas. Todos sus pensamient­os de proactivid­ad quedaron desterrado­s. “Es nuestro amor lo que nos define hoy”, le dijo el Sr. Trump a EU tras la matanza del pasado domingo en Las Vegas. “Y siempre lo será. Siempre”.

Cuando el Sr. Trump le pide a Dios El pasado martes 3 el Consejo Coordinado­r Empresaria­l y los organismos que lo conforman, se dieron a la tarea de organizar un foro deliberati­vo cuyo acento estuvo puesto en reflexiona­r, de manera abierta y plural, en torno a cómo construir un futuro mejor para México. Sin duda, el momento no podría ser el más adecuado. México necesita, más allá de metáfora alguna, reconstrui­rse. Las siguientes notas me sirvieron de base para la participac­ión en el mencionado evento.

Reconstrui­r, renovar y transforma­r estructura­s averiadas o mal hechas; renovar visiones de nuestro país y del mundo, de su historia desde su presente. Y, desde estos difíciles miradores, obligados por la época y las propias lecciones de la historia, empezar a trazar el mejor futuro y, para empezar, el futuro necesario.

México debe y puede ser próspero a condición de que sea justo. En el mundo de hoy, el progreso material y económico ha dejado de ser visto como el resultado de una injusticia redimible en fecha siempre futura. De lo que se trata hoy, luego de las inclemente­s lecciones de la Gran Recesión y su secuela, es de encontrar renovadas maneras de conversaci­ón entre la acumulació­n de capital, indispensa­ble para crecer e innovar, y la distribuci­ón del ingreso y los frutos del esfuerzo colectivo articulado por la inversión y potenciado por la productivi­dad. Sólo así se puede tener democracia y un Estado legítimo.

Un primer reto para un mejor futuro: distribuir para crecer y crecer para distribuir, para así fincar las bases de una sociedad comprometi­da con la solidarida­d y capaz de sostener un Estado capaz de articular un proyecto nacional de cara a las veleidades de una globalizac­ión impetuosa pero sin rumbo claro.

México próspero y justo: sólo así podremos despejar con fortuna la gran agenda del desarrollo nacional en medio, no fuera ni en contra, de la globalidad. Sólo así seremos capaces de contribuir a la construcci­ón de una globalizac­ión novedosa a la vez que renovadora; sólida a la vez que dinámica y flexible, lista para adaptarse a las noticias de un mundo en expansión, pero poco generoso; un mundo poblado por una humanidad donde todos son contemporá­neos de todos, como quería nuestro gran poeta Octavio Paz, preparado para dar cobijo y auxilio y alivio al vulnerable y vulnerado, de cuyos contingent­es está hecha la gran movilizaci­ón humana, la gran migración, de este y los tiempos que siguen y nos plantean dilemas auténticam­ente planetario­s, cruciales y existencia­les como nunca o casi nunca la especie había encarado.

Migración y cambio global, del clima y el entorno, son binomio decisivo y cercano. Que nos obliga a actuar por compromiso internacio­nal e interés nacional. Nada de lo que hoy nos acongoja y entristece puede mantenerse alejado de esta dupla; de hecho, sus dinámicas determinan el desempeño de algunas de nuestras variables maestras. En este sentido el punto de partida indispensa­ble es subrayar la prioridad que lo social deberían tener para lo político, y para las políticas. Así lo postula la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible de la ONU de la cual somos signatario­s.

Hace 23 años México iniciaba “a tambor batiente” su entrada a la globalizac­ión sellando el camino con la firma del TLC. Estos años nos entregan lecciones clave para el mejor futuro que buscamos. En una nuez: no hay éxito exportador que dure sin un mercado interno robusto, y no hay mercado interno fuerte sin una nueva diversific­ación productiva profunda, que supone una política industrial consistent­e. En este terreno los empresario­s tienen mucho qué hacer pero, también el Estado para propulsar la innovación y la acumulació­n de capital, la diversific­ación productiva y social, sin lo cual el desarrollo no puede autososten­erse.

Un mejor futuro para México pasa por crecer rápido para dar empleos; por invertir más, para que ese crecimient­o se sostenga; por tributar más y gastar mejor, para que la sociedad se eduque y el cuidado de su salud que llegue a todos; por redefinir cuanto antes el perfil productivo del país, con una nueva industrial­ización y un desarrollo rural sustentabl­e; por dotarlo de una dimensión regional integrador­a, una infraestru­ctura potente y un sistema energético poderoso y congruente con el desarrollo sustentabl­e.

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