¿Qué sigue para reconstruir la escuela?
Como antes escribimos, los sismos e inundaciones irrumpieron en la vida de niños y jóvenes, con saldos dolorosos y complejos. Lo primero, sin duda, es la consideración de la dimensión emocional, que hemos impulsado desde la iniciativa #Antesniñosqueladrillos. Seguiremos insistiendo en que la prioridad es brindarle a los alumnos afectados una atención empática y respetuosa de sus vivencias y sentimientos; el centro de toda educación es la persona misma, y aportar a su estabilidad y salud emocional es imperativo. Por ello hemos subrayado que es imprescindible la activación del Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela, mandato de la Ley General de Educación, para que el reinicio de clases parta de actividades para asegurar un ambiente de identificación grupal, sereno, lúdico y seguro. La guía elaborada por el Sistema Nacional de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes y aprobada por la SEP, se ha comenzado ya a usar en las reuniones previas de supervisores, directores y maestros, y hay varios recursos –cuadernillos, cuentos, infografías y otras guías– que pueden resultar valiosas en ese proceso, descargables en http://bit.ly/2ht8jcl .
¿Qué sigue para reconstruir la escuela? Es de reconocer a las autoridades federales –la SEP y el Instituto Nacional de Infraestructura Educativa– la actividad intensa en la identificación de los daños estructurales en los edificios, en la vigilancia de los dictámenes sobre la seguridad de los espacios que deben ocuparse, y también en el mapeo y planeación de los edificios a demoler y reconstruir. Pero es momento de establecer una ruta crítica para asegurar que no confundimos la escuela –su realidad plena, que es el marco para el derecho a aprender de los niños– con el domicilio o sede.
Me explico. La mayor parte de los estudiantes, afortunadamente, estarán en clase en el edificio que frecuentaban, máximo la semana entrante. Pero las sedes con daño grave o total estarán sujetas al proceso de construcción física: cemento, varilla, todos con casco. Aún en el frenesí de maquetas, asignación de fondos y planeaciones, no hay que olvidar la pregunta fundamental: ¿Y los niños?
Lo que corresponde en la secuencia adecuada es: A) Actualizar el censo de los niños que no ocuparán el edificio previsto por meses, y contactar a las familias para evitar el abandono escolar o registrar la migración. B) Identificar la posibilidad de aumentar cupos o turnos en las escuelas cercanas. C) Considerando que la posibilidad B con frecuencia no es factible, la alternativa siguiente es buscar una construcción permanente que sirva como alojamiento temporal para la escuela, incluso dispersando los grupos de diferentes grados. D) En una parte importante de los casos, la escuela era la construcción más sólida: no habrá disponible un alojamiento temporal en una construcción firme de los alrededores. O pensemos en el caso de San Pedro Tanapatepec, con 32 escuelas de pérdida total, o Santo Domingo Zanatepec, con 25 en la misma condición, ambas localidades del distrito de Juchitán, Oaxaca. Prácticamente todas los edificios estarán inutilizables al menos por lo que queda del ciclo escolar. Por ello, la siguiente alternativa son los espacios temporales de aprendizaje. Es un reto, del cual las experiencias de Perú, Siria, Camboya o Haití nos aportan claves; pueden ser algo digno y esperanzador, restituyendo el derecho de los niños, o pueden tornarse nuevas ocasiones de violación de sus derechos: escuelas pobres para pobres, opciones de segunda o de tercera por no haber nacido en el código postal correcto.
Opine usted: @Davidresortera
*Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero
Extracto:
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