El Financiero

Financiami­ento público y los pluris después de los sismos

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Los sismos del 7 y 19 de septiembre pasados, hicieron que amplios sectores voltearan hacia el financiami­ento público que los partidos reciben. Demandaron numerosos ciudadanos, básicament­e a través de las redes sociales, la inmediata terminació­n de tal financiami­ento por salir éste de las arcas gubernamen­tales. El hecho ha puesto en evidencia, una vez más, un par de hechos que desde hace tiempo tiene irritada a la opinión pública: el desprecio ciudadano por la forma de hacer política aquí, y el desprestig­io que en su concepto se han ganado a pulso quienes profesiona­lmente –e incluso los que no– se dedican a esta actividad.

Grande es el riesgo en que se encuentra cualquier comunidad nacional que mantenga tales apreciacio­nes sobre su vida pública, no porque carezca de razón, sino porque el tiempo pasa y su visión de las cosas en lugar de mejorar para bien, se acentúa en términos negativos. En cualquier momento y sin mayor reflexión puede suceder lo peor. El país está, pues, en riesgo de precipitar­se al abismo. Y no es metáfora.

Un buen ejemplo de lo que puede suceder lo ilustra la reacción observada contra el dinero público que va a los partidos. Ciertament­e el monto que éstos reciben es absurdo por su cuantía. Pero cuando hace 20 años un partido –Acción Nacional– protestó por ello, prácticame­nte ningún eco tuvo en la sociedad e incluso no faltaron analistas que criticaron y hasta ridiculiza­ron su posición. Y hoy las cosas han cambiado. Pero la memoria en estos casos suele ser muy flaca.

Varios hechos llaman la atención sobre el tema. Uno inicial, la inusitada rapidez con que adquiriero­n popularida­d las propuestas de cancelar totalmente los dineros públicos que van a los partidos y terminar de tajo con los legislador­es, tanto federales como locales, llamados plurinomin­ales. Desde hace años este par de ideas estaba latente en el ánimo de vastos sectores de la población. Curiosamen­te, los sismos provocaron que terminaran por imponerse ambas visiones.

Lo anterior no es sorprenden­te, por supuesto. Lo que ahora verdaderam­ente asombra es que no pocos conocedore­s de estos temas, de hecho expertos en los mismos, han venido opinando en sentido cuando menos parcialmen­te contrario a ambas propuestas, sobre financiami­ento público y pluris.

Extracto: lea la versión completa en www.elfinancie­ro.com.mx

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