La nueva narrativa
Esta semana la dedicamos a los cuentos. A su importancia como guías de la vida social de los seres humanos. Si usted ha hecho favor de seguir “Fuera de la Caja” desde el lunes, vimos el caso específico del referéndum catalán, de donde partimos para analizar la importancia de las narrativas en la manera como los seres humanos construimos nuestras sociedades, el cómo eso determina las posibilidades de las mismas, y regresamos al momento actual, en el que todo indica que hemos perdido la lógica de la narración para hundirnos en la cacofonía plena de las redes sociales.
Frente a ello, parecería que lo único que tenemos enfrente, es el apocalipsis del deterioro. Suena lógico, considerando el gran esfuerzo que han hecho los académicos por destruir a la razón y reemplazarla por el relativismo en el que todo vale lo mismo, cuya conclusión evidente es la definición por identidad que hoy está tan de moda: usted no es sino una combinación de su color de piel, género, edad y ocupación. Y ciertas combinaciones no merecen siquiera el derecho a hablar, como se ha visto en universidades estadounidenses en los últimos meses.
Uno de los grandes grupos que participa hoy de la vida pública es precisamente el de los jóvenes urbanos, con estudios universitarios y poca religiosidad. Este grupo se mueve de una recuperación absurda del izquierdismo a la identificación identitaria comentada. Son producto de una generación de profesores-activistas, educados a su vez en el posmodernismo, que no eran suficientemente adultos en 1968 y buscan reeditar la revolución en su quinta década de vida. En Estados Unidos, este grupo fue aprovechado por Bernie Sanders, y en Reino Unido por Jeremy Corbin. Aun sumando el viejo sindicalismo y la burocracia gubernamental, no les ha alcanzado para ganar.
En el otro extremo están los viejos (mayores de 40 años), que viven en pequeñas ciudades y pueblos, con poca educación y mucha religiosidad, que han sido el respaldo electoral de Donald Trump, Marine Le Pen, el Brexit, e incluso la Alternativa por Alemania. Es un grupo con miedo, especialmente a la migración, de personas que posiblemente no tienen problemas económicos, pero sí una sensación creciente de abandono.
Entre esos dos grupos parece estar la disputa narrativa, porque los primeros rebotan con facilidad en medios “liberales” (como dicen en USA), mientras los segundos reciben respaldo de los “conservadores”. Sumado a su presencia en redes, parecería que todo se decide entre ellos. Pero no es así. Tanto Trump como Brexit ganaron por muy poco, mientras Le Pen y Melenchon ni se acercaron. Es cierto que Merkel ganó con menos porcentaje de votos, pero aún ampliamente. Es decir, existe un grupo muy grande de votantes que no se ha decantado ni por los jóvenes identitarios ni por los viejos xenófobos. En ese gran grupo hay jóvenes y mayores, con estudios y sin ellos, en ciudades grandes y medianas, que ya no responden a la vieja discusión de izquierda y derecha, pero tampoco a la oferta de identidades y migrantes.
Ese grupo, que no tiene una sola posición política, es el que está esperando una narrativa coherente con su realidad actual. Esa narrativa no va a salir ni de universidades ni de medios. Pero tampoco en las otras épocas ocurrió algo parecido. Las universidades no fueron relevantes en la transformación narrativa posterior a la imprenta o a los medios masivos. Tampoco lo fueron los periódicos en este segundo caso.
Las ideas vendrán de otro lado. Después, universidades y medios se sumarán. Paciencia.
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Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey