Inflación: ¿realmente a la baja?
El lunes pasado el INEGI dio a conocer las tasas de inflación al consumidor (INPC) y al productor (INPP) que se registraron en septiembre de este año; la tasas anuales fueron de 6.35% y 4.50%, respectivamente. La primera resultó inferior a la estimada por los especialistas económicos en el mercado (6.47% en promedio) e implicó la primera disminución desde junio de 2016, con lo que diversos medios de comunicación y analistas lo interpretaron como un “cambio de tendencia” o como un “techo” para esa variable. Por su parte, el aumento del INPP fue el más bajo desde abril de 2016, lo que consolidó la tendencia decreciente en la tasa de crecimiento anual que se observa desde enero de este año cuando alcanzó 9.8%.
Es evidente que “una golondrina no hace verano”, particularmente si se analiza el comportamiento de algunos de los componentes de los precios al consumidor. Como en todo lo que va del año, y desde el “gasolinazo” de enero pasado, el rubro de productos energéticos ha crecido a tasas muy elevadas que siguen presionando la inflación al alza. En septiembre aumentaron 15.3% anual y 1.73% mensual (en comparación con la tasa general de 0.31%). La volatilidad de los precios en los mercados internacionales y la dependencia creciente de las importaciones (Pemex cada vez produce menos gasolinas, diesel y gas licuado) implican un foco rojo para los próximos meses. A ello se suma la posibilidad de que —como lo requiere la reforma energética— se instrumente la reestructuración tarifaria en materia de electricidad, lo que implicaría eliminar los subsidios cruzados que hoy existen de las empresas comerciales a las industriales y de los consumidores de alto consumo a los de medio y bajo, lo que generaría presiones en la inflación al consumidor.
Otro factor que impulsó el crecimiento de los precios a la baja en septiembre, y como lo señaló el INEGI, fueron los servicios gratuitos en transporte público y telefonía tras los sismos; el índice mensual de tarifas autorizadas por el gobierno disminuyó 1.12%. Es previsible que en octubre se registre un rebote en este componente.
Otro grupo de bienes con elevada incidencia en el INPC son los alimentos y los agropecuarios, en especial estos últimos, cuyo índice anual aumentó 10.4% en septiembre. De los 108 productos que componen el rubro “alimentos, bebidas y tabaco” del INPC, que pesa casi 25% del índice total, 18 representan casi la mitad de ese porcentaje y en los que la estacionalidad de la oferta es determinante para el comportamiento de sus precios. Afortunadamente, octubrediciembre y aún enero-marzo son periodos de alta producción relativa de la mayoría de esos bienes, con la excepción de la cebolla (que impactó al INPC en el mes pasado) y algunas frutas como la manzana. En el agregado podría registrarse una desaceleración de la inflación en este componente, que contribuiría a mitigar los incrementos en otros rubros durante los próximos seis meses.
Por otro lado, está el factor tipo de cambio que incide tanto en la inflación subyacente como en la no subyacente y que se ha depreciado más de 5% en los últimos 30 días, con lo que la cotización interbancaria se situó en los niveles de mayo de 2015 ($18.74 pesos por dólar) y la de menudeo superó los $19 por dólar. Esa evolución se asocia a la posible ruptura en las negociaciones para renovar el TLCAN y a la amenaza de Trump de retirarse del Tratado que, como ha ocurrido cada vez que se inicia una nueva ronda, lo declara y forma parte de su “estrategia” negociadora, ahora que empezó la cuarta reunión en Washington. A lo anterior, se suma la proliferación de declaraciones de funcionarios y empresarios mexicanos anticipando el posible fin del acuerdo.
En lenguaje del Banco de México, el balance de riesgos inflacionarios persiste. Aunque la mayoría de los analistas ubica la tasa de inflación en torno a 6% para 2017 y a 4% en 2018, GEA incluido, diversos factores podrían incidir en desviaciones de esa variable.
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Socio de GEA Grupo de Economistas y Asociados