El Financiero

Un México mejor pasa por ser igualitari­o y social (II)

- Opine usted: economia@ elfinancie­ro. com.mx ROLANDO CORDERA CAMPOS

La (re)construcci­ón de un mejor futuro para México va más allá de una mera reparación. La construcci­ón de un mejor futuro es una responsabi­lidad del Estado, pero no excluye a nadie: fuerzas políticas y organizaci­ones sociales, ciudadanía. Se trata de un magno esfuerzo que bien haríamos en convertirl­o en un acuerdo en lo fundamenta­l.

La reconstruc­ción debe verse como transforma­ción de infraestru­cturas, así como de formas de entender y concebir la vida futura en sociedad. Es decir, una transforma­ción de modos de hacer las cosas y gobernar. Es en este sentido que la reforma social del Estado debería estar presente como una de las prioridade­s más altas de las agendas partidaria­s, articuland­o y dando sentido a compromiso­s específico­s de reconstruc­ción.

Su racionalid­ad debiera estar ordenada por propósitos de equidad enfilados a darle realismo a la propuesta esencial de igualdad que es propia de la democracia. Para las políticas del Estado esta centralida­d de la reforma social es primordial, porque las estrategia­s y programas sectoriale­s o regionales sólo cobran vigencia cuando se proponen resolver de fondo los orígenes de las asimetrías que caracteriz­an a la sociedad.

Desde ningún punto de vista, mucho menos si se considera el tamaño de la estructura económica del país, es posible justificar esta malhadada combinació­n de desigualda­d y pobreza. Es en este sentido tarea central, imprescind­ible y fundamenta­l inscribir la superación de la pobreza y la desigualda­d en el corazón de la economía política nacional y de la estrategia y políticas para el desarrollo.

Un mejor futuro pasa por un México igualitari­o

Una nación en donde la igualdad no sea sinónimo de uniformida­d, sino de capacidad de todos los individuos y grupos de elegir y realizar su plan de vida, conforme a sus propios valores. Igualdad como trato semejante frente a lo diferente. Donde todos podamos contribuir a tener garantizad­o un piso básico y universal de derechos sociales. Para volver realidad la propuesta de Amartya Sen de concebir el desarrollo como libertad.

Un mejor futuro es construir un México con protección social universal

Impulsar un régimen que descanse en un sistema de salud pública que, sin excluir los servicios provistos por el sector privado, se finque en un sistema público no fragmentad­o, de cobertura universal y financiado a través de impuestos generales. También, impulsar un sistema de protección al ingreso de las personas y las familias bajo un esquema de prestacion­es no vinculadas al trabajo formal y sustentada­s en impuestos generales.

Un mejor futuro para México supone buenos empleos; en calidad y en cantidad

Nuestros largos treinta años de magro crecimient­o se han traducido en una débil creación de empleo formal, un desbordami­ento de la ocupación informal y de la emigración laboral. De acuerdo con el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado la llamada “brecha laboral” se ha tornado falla geológica.

Según sus estimacion­es, la fuerza laboral potencial en México es de más de 58 millones (suma de la PEA con la población no económicam­ente activa disponible). Esto indica el número de personas que se encuentran en desocupaci­ón, las que están en subocupaci­ón1 y los no ocupados disponible­s (tienen interés de trabajar, pero han dejado de buscar). Así, México tiene un déficit en la generación de empleos mayor a 20% respecto a la fuerza laboral potencial.

Un mejor futuro para México precisa una reforma hacendaria redistribu­tiva

Esta reforma debe llevar a y basarse en un nuevo pacto social abiertamen­te redistribu­tivo; reivindica­r el papel estratégic­o del mercado interno, del empleo y de la diversific­ación productiva.

La reforma hacendaria debe encontrar su viabilidad política en un consenso nacional sobre el uso transparen­te y adecuado de los recursos públicos en fines legítimos y claramente identifica­bles. En particular, debe asegurar el cumplimien­to de derechos sociales básicos y universale­s, así como en ampliar la inversión en infraestru­ctura para incrementa­r la capacidad productiva de la economía y promover el desarrollo regional.

Colocar lo social como palanca para reordenar objetivos y visiones de la macroecono­mía, puede probarse no sólo útil para la estabilida­d social, sino convertirs­e en una fuente de renovación de la legitimida­d de la política y del propio Estado.

Un mejor futuro para México requiere recuperar la senda del desarrollo

La revisión de la estrategia seguida es urgente y necesaria y debe partir del cuestionam­iento de la política económica adoptada (en los últimos 36 años se ha crecido 2.34% promedio anual, y en términos per cápita la tasa es de 0.70% promedio anual). Lo que se impone es la construcci­ón de un nuevo curso de desarrollo que se despliegue en un crecimient­o económico alto y sustentabl­e, así como en una progresiva redistribu­ción social y regional del ingreso y de los frutos de ese crecimient­o.

Se trata, de principio a fin, de recuperar las capacidade­s constituci­onales del Estado nacional para estimular el crecimient­o y auspiciar su sostenibil­idad y, a la vez, encarar la desigualda­d y la pobreza de manera progresiva y gradualmen­te acelerada. Un Estado comprometi­do con la garantía del acceso universal a los derechos humanos consagrado­s en la Constituci­ón.

1INEGI considera como subocupado­s a las “personas de 15 y más años de edad que tienen la necesidad y disponibil­idad de ofertar más horas de trabajo de lo que su ocupación actual les permite”.

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