Error de cálculo
Cuando Donald Trump se queja del enorme y creciente desbalance comercial que sufre su economía, a quien debe culpar, principalmente, es al deterioro de su ahorro interno. Y en segundo lugar a la incapacidad para modernizar su industria manufacturera. Pero además debe hacer bien las cuentas, porque no suena lógico, por ejemplo, que si aquí exclusivamente armamos automóviles, televisiones o equipos de aire acondicionado y las innovaciones, el diseño y las marcas reconocidas mundialmente son de allá, nos carguen a nosotros algo que no creamos.
Esto lo explicaron desde 2010 los investigadores Yuqing Xing y Neal C. Detert, que estudiaron el caso del iphone 3G. Apple, la más grande compañía de artículos de consumo en nuestro vecino del Norte, se sirve de cadenas globales de suministro para ensamblar y distribuir sus smartphone. Antes de que los consumidores alemanes, coreanos o mexicanos paguen (digamos) 500 dólares por uno de esos dispositivos, se envió una orden de producción a la gigantesca planta de Foxconn en Zhengzhou, donde día a día se terminan medio millón. Para montar cada unidad, ellos importan partes y componentes con costo de $172.46, de los que únicamente $10.75 provienen de Estados Unidos (y es lo único que se considera importación de allá). La plusvalía incorporada por los trabajadores chinos, consistente en soldar, perforar, pulir, atornillar o pegar las piezas con gran precisión, así como probar y empacar el aparato, es de apenas $6.50. Sin embargo, la aduana consigna una operación por $178.96.
En realidad hay intercambios por $351.42 entre los países involucrados en la cadena de valor y en la sede de Cupertino (California) se reciben $321.04, correspondientes a la propiedad intelectual asociada (desarrollo tecnológico, diseño y marca). Ya que todo lo hacen y embarcan en la potencia asiática, las ventas foráneas líquidas de la firma (que en 2015 sumaron 139.8 billones de dólares) no engrosaron el cómputo de lo expedido por EU, ni como bien ni como servicio. Se estima que el beneficio referido a patentes y otros derechos fue de $55.9 billones, lo que equivale al 3.7% de sus exportaciones totales y al 7.5% de su déficit.
Pero además, los chinos son grandes compradores de los electrónicos de moda. De hecho, ellos (incluyendo Hong Kong, Macao y Taiwán) constituyen el principal mercado extranjero de Apple. Como los aparatos se fabrican allí mismo, no se suma nada a la cifra de lo que despacha el Tío Sam a esos territorios, sin importar que facture 58.7 billones de dólares (de los que se calcula que la empresa obtiene 23.5 billones). Mientras que camisetas confeccionadas en Taipéi, que se pueden adquirir en Disneyland o en Las Vegas, se reconocen dentro de las exportaciones de China, lo que pagan en Beijing o Shanghái por el valor añadido en un teléfono Apple no se contempla entre las ventas estadounidenses. Si se incluyera, crecerían en 13.1% y el déficit disminuiría en 6.7%.
Y HAY MÁS
Tampoco las novedades con el logotipo de la manzana mordida, enajenadas en el archipiélago nipón, se asientan correctamente. En este caso, el importe de lo omitido se estima en 6.3 billones, lo que representa el 10.1% de las exportaciones a Japón y el 9.1% del déficit con esa nación.
Lo mismo sucede con los zapatos Nike, los cereales Kellogg’s o los vehículos que salen hacia el Norte, desde Puebla, Silao o Ramos Arizpe. Llevan partes procedentes de distintas latitudes y se producen bajo las especificaciones de funcionamiento y diseño que señalan las grandes multinacionales. Ellas capturan la mayor proporción del valor agregado al producto porque monopolizan las técnicas, presentaciones y denominaciones vinculadas al mismo. En términos de generación de ingresos, la negociación de intangibles tiene la misma función que la de artículos físicos y es mucho más provechosa.
Así pues, mucho del supuesto desequilibrio se explica por la asimetría en los registros, que distorsiona el verdadero panorama del tráfico bilateral. La estadística convencional exclusivamente considera el precio de las mercancías al cruzar la última frontera nacional. No captura las cadenas de valor y los flujos de propiedad intelectual. En consecuencia, las exportaciones reales están subestimadas y el déficit está exagerado.
El sistema comercial mundial, se encuentra menos desbalanceado de lo que parece. Formas anacrónicas de medirlo impiden apreciar cómo beneficia a sus participantes y son pretexto para tontos amagos proteccionistas.
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