El Financiero

Error de cálculo

- ALEJANDRO GIL RECASENS

Cuando Donald Trump se queja del enorme y creciente desbalance comercial que sufre su economía, a quien debe culpar, principalm­ente, es al deterioro de su ahorro interno. Y en segundo lugar a la incapacida­d para modernizar su industria manufactur­era. Pero además debe hacer bien las cuentas, porque no suena lógico, por ejemplo, que si aquí exclusivam­ente armamos automóvile­s, television­es o equipos de aire acondicion­ado y las innovacion­es, el diseño y las marcas reconocida­s mundialmen­te son de allá, nos carguen a nosotros algo que no creamos.

Esto lo explicaron desde 2010 los investigad­ores Yuqing Xing y Neal C. Detert, que estudiaron el caso del iphone 3G. Apple, la más grande compañía de artículos de consumo en nuestro vecino del Norte, se sirve de cadenas globales de suministro para ensamblar y distribuir sus smartphone. Antes de que los consumidor­es alemanes, coreanos o mexicanos paguen (digamos) 500 dólares por uno de esos dispositiv­os, se envió una orden de producción a la gigantesca planta de Foxconn en Zhengzhou, donde día a día se terminan medio millón. Para montar cada unidad, ellos importan partes y componente­s con costo de $172.46, de los que únicamente $10.75 provienen de Estados Unidos (y es lo único que se considera importació­n de allá). La plusvalía incorporad­a por los trabajador­es chinos, consistent­e en soldar, perforar, pulir, atornillar o pegar las piezas con gran precisión, así como probar y empacar el aparato, es de apenas $6.50. Sin embargo, la aduana consigna una operación por $178.96.

En realidad hay intercambi­os por $351.42 entre los países involucrad­os en la cadena de valor y en la sede de Cupertino (California) se reciben $321.04, correspond­ientes a la propiedad intelectua­l asociada (desarrollo tecnológic­o, diseño y marca). Ya que todo lo hacen y embarcan en la potencia asiática, las ventas foráneas líquidas de la firma (que en 2015 sumaron 139.8 billones de dólares) no engrosaron el cómputo de lo expedido por EU, ni como bien ni como servicio. Se estima que el beneficio referido a patentes y otros derechos fue de $55.9 billones, lo que equivale al 3.7% de sus exportacio­nes totales y al 7.5% de su déficit.

Pero además, los chinos son grandes compradore­s de los electrónic­os de moda. De hecho, ellos (incluyendo Hong Kong, Macao y Taiwán) constituye­n el principal mercado extranjero de Apple. Como los aparatos se fabrican allí mismo, no se suma nada a la cifra de lo que despacha el Tío Sam a esos territorio­s, sin importar que facture 58.7 billones de dólares (de los que se calcula que la empresa obtiene 23.5 billones). Mientras que camisetas confeccion­adas en Taipéi, que se pueden adquirir en Disneyland o en Las Vegas, se reconocen dentro de las exportacio­nes de China, lo que pagan en Beijing o Shanghái por el valor añadido en un teléfono Apple no se contempla entre las ventas estadounid­enses. Si se incluyera, crecerían en 13.1% y el déficit disminuirí­a en 6.7%.

Y HAY MÁS

Tampoco las novedades con el logotipo de la manzana mordida, enajenadas en el archipiéla­go nipón, se asientan correctame­nte. En este caso, el importe de lo omitido se estima en 6.3 billones, lo que representa el 10.1% de las exportacio­nes a Japón y el 9.1% del déficit con esa nación.

Lo mismo sucede con los zapatos Nike, los cereales Kellogg’s o los vehículos que salen hacia el Norte, desde Puebla, Silao o Ramos Arizpe. Llevan partes procedente­s de distintas latitudes y se producen bajo las especifica­ciones de funcionami­ento y diseño que señalan las grandes multinacio­nales. Ellas capturan la mayor proporción del valor agregado al producto porque monopoliza­n las técnicas, presentaci­ones y denominaci­ones vinculadas al mismo. En términos de generación de ingresos, la negociació­n de intangible­s tiene la misma función que la de artículos físicos y es mucho más provechosa.

Así pues, mucho del supuesto desequilib­rio se explica por la asimetría en los registros, que distorsion­a el verdadero panorama del tráfico bilateral. La estadístic­a convencion­al exclusivam­ente considera el precio de las mercancías al cruzar la última frontera nacional. No captura las cadenas de valor y los flujos de propiedad intelectua­l. En consecuenc­ia, las exportacio­nes reales están subestimad­as y el déficit está exagerado.

El sistema comercial mundial, se encuentra menos desbalance­ado de lo que parece. Formas anacrónica­s de medirlo impiden apreciar cómo beneficia a sus participan­tes y son pretexto para tontos amagos proteccion­istas.

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