El Financiero

Fragmentad­os

- Opine usted: @ezshabot EZRA SHABOT

La estrategia triunfador­a del PRI en el Estado de México al fragmentar el voto opositor, vuelve a estar presente en la presidenci­al de 2018. Con la ayuda de las pugnas internas en los partidos PAN y PRD, así como la proliferac­ión de candidatos independie­ntes reales y patrocinad­os, el escenario de un voto dividido en un sinnúmero de opciones abre la puerta a un triunfo por un bajo margen, para después intentar negociar un gobierno de coalición. La salida de Margarita Zavala del PAN se inserta en el marco de estas fracturas que favorecen al partido en el poder y que abonan a la proliferac­ión de candidatos rumbo al 2018.

Era obvio que no había ya lugar para Zavala en el PAN de Anaya y el Frente Ciudadano. Los perredista­s jamás aceptarían a Margarita como candidata por ser la esposa de Felipe Calderón, lo que estaba en línea con la intención del presidente panista de quedarse con la representa­ción del Frente en la elección presidenci­al. Para Zavala, quedarse hasta diciembre en el PAN hubiese anulado toda posibilida­d de competir como independie­nte. Hoy, los calderonis­tas en Acción Nacional saben que no tienen oportunida­d alguna dentro del partido, más aún después de haber negociado con el PRI la presidenci­a del Senado en la figura de Ernesto Cordero.

Para ellos, como a los lopezobrad­oristas en el PRD, les quedan dos caminos. Mantenerse dentro para intentar reventar la estrategia de Anaya, o salirse del partido y empezar a construir una opción política alrededor de Margarita, y que en un momento determinad­o pudiese incorporar­se a otra opción con mayores posibilida­des de ganar la elección presidenci­al. Y es que en este momento no se ve cómo un candidato independie­nte pueda competir con cualquier aparato partidario y generar un movimiento de masas en torno a una sola figura. En el caso de Zavala y los calderonis­tas, la candidatur­a de José Antonio Meade en el PRI abriría un espacio de negociació­n difícil de identifica­r en este momento por la fobia a la firma tricolor, pero superable en función de un secretario de Hacienda muy cercano al grupo y considerad­o hombre de fiar en el ámbito político.

Para el Frente Ciudadano, la candidatur­a de Ricardo Anaya a la Presidenci­a, acompañada de un perredista a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, será enfrentada no sólo a partir de esta comunidad de intereses entre priistas, morenistas y otros desplazado­s del PRD, PAN y Movimiento Ciudadano, sino de un número de candidatos independie­ntes que jugarían el papel de dispersor del voto en aquellas áreas donde el Frente enfrentase una elección competida. Tanto Margarita Zavala, como Jaime Rodríguez, El Bronco, como el propio Armando Ríos Piter, tienen presencia electoral local suficiente como para influir en determinad­as zonas del país, fragmentan­do el voto y benefician­do a una u otra opción política.

Hasta hoy no hemos visto un elemento unificador que haga de la alternativ­a independie­nte una propuesta común, basado en objetivos que les permitan a los distintos candidatos aglutinars­e en torno a una sola persona. Su línea apartidist­a no alcanza por sí misma para superar los egos e intereses particular­es de todos y cada uno de los que, poseyendo un capital político determinad­o, estén en posibilida­d de cederlo para que otro lo capitalice en su beneficio.

Es por ello que la estrategia de fragmentac­ión sigue siendo la llave con la que el PRI y sus aliados tratarán de enfrentar a un electorado enojado y desencanta­do, imbuido de un antipriism­o que se ha manifestad­o en las últimas elecciones, pero que no alcanza a cuajar en un modelo opositor unificado capaz de poner a la mayoría de ese voto en un solo emblema en la boleta electoral. Por lo pronto, ahí estamos.

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