El Financiero

Los viernes al sol

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Si no la vieron, consíganla y no se la pierdan. Protagoniz­ada por Javier Bardem, Los Lunes al Sol es una película que fue estrenada en 2002. Retrata la vida de un grupo de hombres en el paro, en el desempleo, que sobrevive con la subvención que les da el Estado español. Como desemplead­os que son, los lunes no pueden estar en una fábrica, taller, oficina, almacen, etcétera. Se ven obligados a estar, en el mejor caso, al sol. En una no vacación que les erosiona.

El viernes pasado detuvieron al exgobernad­or de Tamaulipas Eugenio Hernández. Está acusado de una venta fraudulent­a de unos terrenos en el año 2007. Su inocencia está a salvo hasta que no diga lo contrario un juez.

Sin embargo, no es la primera vez que el nombre de este político priista es vinculado con presuntos ilícitos. Hasta el viernes había logrado esquivar esas acusacione­s, formuladas en su contra en México y en el extranjero. Hasta el viernes, que fue detenido en Ciudad Victoria.

La detención del señor Hernández fue noticia nacional no sólo porque es uno más de los exgobernad­ores que cae, sino porque se rompió una racha en la que a pesar de que autoridade­s decían que le buscaban, sin encontrarl­o, ciudadanos y medios daban cuenta de avistamien­tos de don Eugenio, a quien se le encontraba campechana­mente tanto en la Ciudad de México como en Nuevo León. Por ejemplo, el diario El Norte reportó el 7 de julio y el 19 de septiembre que lo habían visto en sendos restaurant­es de la zona metropolit­ana de Monterrey.

Así fue hasta el 6 de octubre, cuando fue detenido. Las imágenes de la captura mostraron a un Eugenio Hernández vestido en traje de motociclis­ta, de aficionado al motociclis­mo.

La semana pasada Macario Schettino, en sus artículos de El Financiero, nos recordaba que las narrativas cuentan.

“Eugenio Hernández es un hombre de principios. Pertenece a la nueva generación de tamaulipec­os que cree en la política, en la honestidad y en la justicia social”, decía la página del gobierno tamaulipec­o cuando era encabezado por el hoy detenido. Ahí mismo se agregaba: “De sus padres aprendió los valores de la sencillez, el trabajo y el servicio a los demás”.

Esa era la narrativa oficial de un gobernador que dejó un estado en llamas, literal, y que desde que salió del puesto nunca más destacó salvo por las acusacione­s que fueron apareciend­o en su contra. Siete años después, sería detenido… en deportivo traje de motociclis­ta.

Actualizam­os entonces la narrativa que implica a Eugenio Hernández: a sus 57 años, un exgobernad­or vivía lo opuesto al personaje de Bardem: por gusto, con los viernes al sol.

Hace tres días Transparen­cia internacio­nal publicó un reporte donde México reprueba, de nuevo, en materia de corrupción. En una de las partes de ese informe, “Las personas y la corrupción, América Latina y El Caribe”, se destacan respuestas negativas de los mexicanos en cuatro rubros: Cómo cambió el nivel de corrupción, Cómo califica al gobierno en su lucha contra la corrupción, Qué tan corrupta es la policía y Cuánta gente paga sobornos.

Cuando pase tiempo y se vea el rumbo de los procesos judiciales contra los Duarte, Borge y ahora contra Hernández, quizá los mexicanos cambien de opinión si les repiten las cuatro preguntas ya citadas.

Pero no creo que cambien mucho las respuestas de una sociedad harta de impunidad si llega a recordar que en México la congoja de los reclamados por la justicia es tal que les da para irse, en caro traje de motociclis­ta, un viernes al sol.

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