Después del agotado acuerdo fiscal…
A septiembre, las participaciones de los estados rebasan en más de 8 por ciento, en términos reales, a las pagadas en el mismo periodo de 2016, y 8.4 por ciento en relación a lo estimado para septiembre de este año. A todos los estados les va mejor, excepto a Tabasco y Campeche, lo cual no es nuevo, sucede desde 2008, cuando se dio el último cambio profundo en la distribución de los ingresos de libre disponibilidad, pues todo se distribuye en función de la población domiciliada. Históricamente hay dos grandes perdedores. Respecto a lo estimado en nueve meses, los estados han recibido 39,330 millones de pesos adicionales, lo cual significa que a todos les va mejor respecto a las expectativas, pero claro a unos muy bien y a otros “me-nos bien”, excepto los dos mencionados perdedores. Por ejemplo, le va muy bien a SLP, Puebla, México, BC, con alrededor de 12 por ciento por arriba de lo estimado, incluso Oaxaca, con 5.7 por ciento, no es así el caso de Tabasco, que cayó menos 2 por ciento, y Campeche, menos 4.5 por ciento.
Ello significa que el cobro de impuestos federales coordinados incrementó la recaudación federal participable, particularmente su componente tributario, en 5.7 por ciento, gracias a la recaudación de ISR y del IVA, con 12.9 y 11.9 por ciento, respectivamente, y su peso en la estructura de la recaudación participable. El IEPS de gasolinas se ha reducido, menos 17 por ciento, y se recupera después de dos años el componente petrolero, claro ya sin el esquema de los derechos de hidrocarburos.
Les ha ido mejor en la coyuntura a los estados, pero es evidente que sólo la hacienda pública de algunos recauda recursos importantes, pero que no llegan el 18 por ciento. Su promedio es de 10 por ciento. La única excepción es la CDMX, que, a pesar de las limitaciones de la distribución de potestades tributarias, recauda más de lo que recibe de transferencias de libre disponibilidad, y utiliza bien los recursos, prueba de ello es su Fondo para Desastres Naturales, cuyos recursos ya superaban al Fonden antes de los recientes desastres. Los demás estados se tienen que endeudar con el Fondo de Reconstrucción para pagar su mitad de la infraestructura estatal afectada, aun-que los daños se concentran en pocos estados, como los del sureste.
Los logros en la recaudación hechas por el SAT, en colaboración administrativa en el orden fiscal con los estados, son útiles, pero insuficientes, sus impuestitos no dan para mucho. Además, el esfuerzo no es parejo.
Revisando desde su nacimiento el actual acuerdo fiscal, es claro que el porcentaje participable es muy reducido, alrededor de la cuarta parte de la recaudación participable, que no incluye todos los ingresos federales. Fue en 1995 la última vez que creció el porcentaje participable. Si revisamos los archivos del Congreso encontraremos mu-chas propuestas para incrementar el porcentaje participable, sin que se haya tocado el tema.
Hoy no hay de otra: o incrementamos el porcentaje participable, en un consenso con los estados, o les regresamos facultades tributarias con potencial recaudatorio importante, por eso necesitamos hacer reingeniería a la Ley de Coordinación Fiscal, evitar que siga pareciendo parchada, pensando más en una Ley de Gasto Federalizado o Ley de Coordinación Hacendaria, que incluya todas las transferencias condicionadas o de libre disponibilidad. En 2019 deberán estar en la agenda.
Las limitaciones presupuestarias de los estados las estamos viendo al confrontar el costo de la reconstrucción, sus ingresos propios y de participaciones, que son insuficientes para pagar su parte en la misma y se están teniendo que endeudar con el FONREC, como acaba de hacer Oaxaca con más de mil millones de pesos que le autorizó con ese fin el Congreso local.