IMAGEN PARA HACER MÉXICO
La imagen de México es fundamental para ser el país al que aspiramos. Una buena imagen procura bienestar, no solo a través de flujos de inversión y turismo, sino también porque provoca actitudes positivas ciudadanas, hacia la propia sociedad e incluso al Estado.
Para contestar a las preguntas, ¿cómo nos ven y cómo nos vemos?¿qué hay detrás de esa imagen? y ¿qué podemos hacer para mejorar?, nos dimos cita en Casa Lamm, el pasado martes, un grupo diverso de mexicanos y extranjeros, bajo la convocatoria del Instituto de la Mexicanidad. Una apuesta por crear un espacio plural para dialogar y destilar qué es nuestra identidad y cómo debemos comunicarla al mundo.
En un día completo de trabajo, intentamos contestar la pregunta fundamental de Simon Anholt, uno de los grandes expertos de la imagen del país, - Si Dios borrara a México del planeta, ¿qué extrañaría el mundo de nuestro país?
La percepción de México desde afuera es dicotómica: una gran riqueza cultural, histórica, gastronómica y hospitalidad; pero también drogas, violencia, corrupción y pobreza. Cuando se pregunta a los estadounidenses cuáles son las tres cosas que se te vienen a la mente cuando piensas en México, la respuesta sistemática es: drogas, migración ilegal y corrupción. Interesante notar que los viejos tienen una imagen más negativa que los jóvenes estadounidenses, a quienes, si les pueden gustar los tacos, el tequila y la playa.
Mi amigo el padre Scalabriniano Flor María Rigoni, en su prosa poética e ingeniosa señaló: “cuando aterricé a Tijuana, llegando de 10 años de misión en Alemania, tuve la impresión de haber caído en un planeta desconocido. La noción del tiempo no era la de Alemania cuanto más bien de la relatividad de Einstein. Hasta la fecha por ejemplo no conozco aún el significado preciso de ahorita y menos aún de ahoritita. Sin embargo, en esta concepción entra toda la flexibilidad que hace del alemán el reloj de la ley del mexicano un hombre y un compadre… México no conoce en toda su riqueza, es su cultura de la hospitalidad, expresada como una foto en el dicho: añade agua a los frijoles, o donde comen dos comen cuatro”.
Atrás de las imágenes negativas de México se encuentra nuestra propia realidad e instituciones débiles carentes de legitimidad. Más aún, los mexicanos podemos ser los peores promotores del país al atomizarnos, polarizarnos y simplemente dejamos de creer en nuestro país.
Los medios de comunicación han impulsado una visión negativa. La enorme competencia entre ellos los impulsa a buscar la nota más roja y negativa. Las películas y series de televisión también explotan comercialmente la negatividad.
El gobierno ha realizado esfuerzos insuficientes para cambiar la imagen. La Cancillería trabaja en una mejor imagen en sus representaciones en el exterior, pero se carece de una coordinación entre las secretarías de Estado y el sector privado.
La mexicanidad que queremos exportar es nuestro poder suave, la cultura en todas sus formas, ruinas arqueológicas, cine, música y nuestra sofisticada gastronomía. Pero también debemos esforzarnos por mostrar un México responsable con los temas de la agenda global contemporánea, como la lucha contra el cambio climático, nuestro compromiso con la salud global y el respeto de los derechos humanos.
Uno de los intelectuales que más ha reflexionado sobre la mexicanidad, Leonardo Curzio, sorprendió con su acuciosa observación—siempre recurrimos a nuestro pasado maravilloso. Esto es, en parte, porque nuestro presente y futuro es muy aburrido. Por lo tanto, es necesario repensarlo. Urge, enfatizó, inversión en infraestructura y una diplomacia que haga de nuestra imagen externa un tema central de su gestión.
No nos pusimos de acuerdo en cuanto a nuestra relación con los Estados Unidos; para unos seguimos siendo muy obsequiosos y acomplejados, para otros, la diplomacia ha sido madura y ecuánime con Trump. En todo caso los no trumpistas, que son la mayoría en Estados Unidos, han mejorado notablemente su percepción de México. Según la encuesta Gallup, la imagen de México en el vecino país saltó de un 45% que veía favorablemente a México en el 2011 a 64% este año.
Concluyo con otra reflexión de Rigoni, “es el aguante que México ha exportado en Estados Unidos en sus migrantes, sean ellos empleados del campo o de la construcción, en la industria hotelera, como en comercio. Pocos aguantan como ellos y los patrones lo saben”.