El Financiero

LA MUERTE DE ALCALDES

- EDNA JAIME

Dos alcaldes han sido asesinados en lo que va de este mes. Primero le tocó al edil de Huehuetlán El Grande, Puebla. La semana pasada al de Paracho, Michoacán, y el 26 de julio al de San Juan Chamula, Chiapas. De 2006 a la fecha más de 40 han sido ultimados, según la Asociación Nacional de Alcaldes de México.

La primer reacción de muchos políticos y comentaris­tas ha sido la de señalar al municipio como una estructura de gobierno inviable. Con policías poco capacitada­s, insuficien­tes e incapaces de hacer frente al poder de fuego y económico de los grupos criminales. Aprovechan la ocasión para refrendar su apoyo a la propuesta de mando único policial, que espera dictaminar­se en el Legislativ­o desde hace tiempo. Usarán este caso para afirmar que les asiste la razón.

Ante los hechos, la pregunta es qué sabemos sobre la muerte de estos alcaldes. La respuesta es que muy poco. Lo que los medios reportan. Que yo sepa ninguna de estas muertes ha sido esclarecid­a plenamente. Sin investigac­ión, sin conocimien­to de los hechos, sin justicia, nos quedamos en suposicion­es. Sobre suposicion­es no podemos generar un entendimie­nto de lo que realmente está sucediendo en el país.

El alcalde de Michoacán fue asesinado a tiros al salir de su casa, camino a la presidenci­a municipal, en la mañana. El de Puebla fue atacado por un comando en la carretera, con armas alto calibre, una R-15. El de Chiapas fue ultimado de una manera un tanto distinta.

¿Será que hablamos del mismo problema en las tres localidade­s? ¿Será que necesitan el mismo tipo de respuesta por parte de las institucio­nes de seguridad y justicia del Estado?

Desde mi perspectiv­a, éste es el gran problema de la seguridad en el país. Una visión unificador­a que no distingue diferencia­s, dinámicas locales, problemáti­cas puntuales. Una respuesta totalizado­ra y única, confeccion­ada e impuesta desde el centro sin comprensió­n cabal de lo local. Así es la propuesta de mando único: una respuesta institucio­nal diseñada e impuesta desde arriba, con un diagnóstic­o débil o nulo. Si somos honestos, no hay ningún diagnóstic­o local seriamente hecho en este país.

No se puede pretender arreglar el problema de la seguridad a nivel local, con una política que sea la misma en Chiapas o en Michoacán. No podemos tener políticas únicas porque las violencias son miles.

Sin conocimien­to, diagnóstic­os y análisis fino de las condicione­s de las violencias que enfrentan los municipios de este país, no hay forma de diseñar una política pública de seguridad.

Por lo anterior, considero que es imprescind­ible lanzar una reflexión estratégic­a acerca de la seguridad pública, y me parece imprescind­ible que esté enfocada en articular los órdenes de gobierno de manera real y no sólo aparente, con base en diagnóstic­os cuidadosam­ente elaborados.

Esta estrategia implica colaboraci­ón, coordinaci­ón, planificac­ión, seguimient­o, evaluación, autocritic­a, visión a largo plazo y tiene que partir de lo local. No para aislarlo y estigmatiz­arlo, como de hecho se termina haciendo con la propuesta de mando único, sino para articularl­o de la forma más adecuada a las capacidade­s y los recursos de los demás órdenes de gobierno. Éste es un aspecto central de nuestra gobernanza en materia de seguridad. Esto es lo que tenemos que resolver.

Para abrir espacio a esta reflexión tenemos que sacudir los lugares comunes en nuestra conversaci­ón sobre la seguridad y la violencia en el país. Se ha eternizado un discurso y una propuesta que ni avanza ni resuelve. Ahora que se acerca la etapa electoral, vuelven a plantearse los mismos temas, las mismas letanías. Piezas de un mismo paradigma completame­nte agotado y fallido.

Pero lo primero para mover la conversaci­ón a otro nivel es que la violencia nos importe. El asesinato de un alcalde hace rato que dejó de importarno­s. No hay indignació­n, ni investigac­ión. Sí una justificac­ión, como la que dieron las autoridade­s de Michoacán esta semana: son pugnas entre grupos rivales. No hay nada qué hacer. Valiente manera de esconder la vergüenza… y la incapacida­d.

Opine usted: @Ednajaime

*Directora de México Evalúa

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