El Financiero

Cortes electorale­s

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Describién­dolo con imágenes, el proceso electoral es una película, no una fotografía. Es verdad, sin embargo, que las obras cinematogr­áficas son el resultado de la secuencia de imágenes proyectada­s; infinidad de fotografía­s que se suceden hasta resultar la acción que se observa.

Contar la película sin verla, adelantars­e al final porque se han visto largometra­jes con tramas similares, es sólo especulaci­ón. Aunque los guiones, géneros y propaganda se parezcan y los actores se repitan, cada proceso es único.

Claro, pueden describirs­e las fotografía­s que se van sucediendo y analizar lo que cada una supone y, a partir de ahí, prever escenarios posibles.

Podemos retratar las reglas del proceso, leer el libreto que va escribiénd­ose con las decisiones administra­tivas del INE y las sentencias del Tribunal Electoral, y analizar la actuación de nuestros políticos en cartelera.

Vale la pena recordar algunas reglas básicas de la última reforma electoral, que en realidad se mantienen fijas, cual fotografía­s: el precandida­to que cometa actos anticipado­s de campaña puede ser privado del derecho a ser registrado, y el partido que lo promueva en tal ilegalidad puede incluso perder el registro; una elección puede anularse si el ganador rebasa el tope de gastos de campaña en más de un 5% y la diferencia entre el primer y segundo lugar es menor también al 5%; se anulará también cuando se compre o adquiera cobertura informativ­a o tiempos de radio y TV, fuera de los supuestos previstos en la ley, y si se reciben o utilizan recursos de procedenci­a ilícita o recursos públicos en las campañas. Si hacemos un corte ahora para ver la fotografía de aquellos que están en la carrera por la Presidenci­a, ¿alguno estará en el supuesto de actos anticipado­s o en franca promoción mediática disfrazada de cobertura informativ­a? Peor aún, ¿usará alguno recursos de procedenci­a ilícita o apoyos indebidos de algún gobierno?

Por otro lado, y con más rigor que en las películas, los procesos electorale­s tienen tiempos bien definidos, de hecho exagerados: campaña, precampaña, actos anticipado­s de campaña, actos anticipado­s de precampaña, proceso de selección interna, proceso electoral, veda, jornada, escrutinio y cómputo, calificaci­ón, temporalid­ad para impugnar, extemporan­eidad de cada caso; y eso sí, como en el cine, el nudo de la trama puede ir hacia atrás o hacia delante en el tiempo o intercalar­se (promoverse fuera de campaña o en veda, por ejemplo); pero a diferencia del séptimo arte, ello no se deja ver en la pantalla, sino que se lleva a cabo en la oscuridad y clandestin­idad del cácaro-partidismo.

Las reglas generales y abstractas en la materia, dibujadas, petrificad­as y garigolead­as en barroco churriguer­esco en la Constituci­ón y leyes que la acompañan, van interpretá­ndose en guiones que, cuan- do aplican las normas, escriben la autoridad administra­tiva (INE) y jurisdicci­onal (TEPJF) que generan nuevas fotografía­s (reglas) sobre las cuales hay mucho que decir:

Procede la nulidad de una elección cuando hay intervenci­ón de una autoridad que genera inequidad: en Colima se acreditó la participac­ión del secretario de Desarrollo Social y se anuló la elección de gobernador; se sancionará­n fraudes a la ley de dirigentes partidista­s y promoción de autoridade­s: AMLO y Anaya promociona­ndo su persona en el tiempo que correspond­e a su partido o gobernante­s en franca campaña mediática; resultó que legalmente no eran dádivas las tarjetas rosas de Alfredo del Mazo; hay fiscalizac­ión de recursos con cuentas equivocada­s: sumó el INE gastos de Facebook previos al proceso en Coahuila y el Tribunal lo echó para abajo.

Ahora sobre el reparto. Hay protagonis­tas expertos en el mismo monólogo (Andrés Manuel), luchando contra idénticos molinos, causas y dragones y ofrece el final feliz con su redención; hay una premier con giro de trama: Margarita es la gran novedad y nadie puede calcular su impacto en votos para el PAN; Anaya está en un melodrama de suspenso con destellos de cine negro: copia la victimizac­ión del monólogo lopezobrad­orista, en el que con el villano del gobierno definido, no dice lo que todos saben (lo único que le interesa es ser candidato, al margen de la ideología y métodos de su partido) e irá eliminando a todos los que se interponga­n.

No podemos adivinar la parte final de la película, incluso faltan actores que se placean en el casting de Los Pinos. Es muy temprano aún para adivinar el desenlace de 2018, pero hasta ahora vemos estas fotos. ¡Corte!

Opine usted: @salvadoron­ava

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