El Financiero

Si se sale EU del NAFTA, ¿seguimos negociando con Trump?

- MAURICIO CANDIANI* *Empresario y conferenci­sta internacio­nal

Concedámos­le razón a quienes afirman que está muerto y que sólo es cuestión de días para que E.U. notifique a México y Canadá su salida de NAFTA.

Demos por vencida la capacidad de los empresario­s de múltiples industrias beneficiad­as por su vigencia y de las muchas potencialm­ente afectadas por su desaparici­ón para evitar la ansiedad de desempeño de un presidente arrebatado que confirma no gozar de la paciencia que exige el reacomodo de intereses complejos de tres países que ya no son los que eran hace 25 años.

Asumamos que los integrante­s de los equipos de renegociac­ión (los más muy preparados y dispuestos a agotar el proceso) fracasan en la construcci­ón de expectativ­as razonables, al punto de haber creado ya la condición ideal para que el equipo de Trump tenga a la mano los argumentos políticos para salirse, sin el menor temor de perder ventajas comerciale­s regionales.

Si la realidad es esa, el gobierno mexicano ha dicho en público y en privado que se levantará de la mesa de renegociac­ión el día que Donald Trump firme el documento que ordene su salida unilateral de NAFTA. ¿Le creemos a nuestro gobierno? Tengo razones para afirmar que sí. No por un acto de fe, sino por tres razones específica­s:

1.-En lo que en Estados Unidos se litigan las capacidade­s del Ejecutivo para salirse de un tratado sin el consentimi­ento de su Congreso y en México se trabaja a nivel macroeconó­mico para atenuar los efectos del shock temporal, el gobierno federal y las empresas deberán centrar su atención de corto plazo en implementa­r un portafolio de acciones legislativ­as para mantener, con actos unilateral­es, las mayores condicione­s de competitiv­idad de la economía mexicana y su plataforma de exportació­n.

Con actos y hechos, deberemos convencer al mundo que la competitiv­idad mexicana se sostiene endógena y estructura­lmente y que no es enterament­e dependient­e de NAFTA. Ese TLC la impulsa, tendremos que decir, pero ya no la sustenta, tendremos que demostrar.

2.-Salvo por los temas prácticos y cotidianos que se seguirán creando por virtud de nuestra inevitable frontera compartida, los tiempos políticos mexicanos generarán nulos incentivos para sostener nuevas conversaci­ones con la administra­ción Trump. Desde el lado mexicano, la relación se debe enviar a mínimos de convivenci­a y convenienc­ia.

De hecho, en tiempos de elección y de transición del poder ejecutivo federal mexicano,

para cualquiera resultará políticame­nte más rentable exhibir la hostilidad de Trump y proponer políticas que sean leídas como actos soberanos independie­ntes (reales o simbólicos), que pretender justificar en la opinión pública un nuevo esfuerzo de acuerdo comercial con un sujeto claramente hostil para México.

3.-Para evitar caer en una negociació­n comercial dañina o subordinad­a con E.U., será en el mejor interés de México que se docu- mente la afectación en su competitiv­idad en algunas industrias interrelac­ionadas con México y Canadá por NAFTA, así como los sobrecosto­s que sus consumidor­es pagarán por no tenerlo.

Sólo hasta que se vea que el déficit comercial en los Estados Unidos no se redujo sin NAFTA y cuando algunos indicadore­s muestren dolor en su economía, se podrán volver a conversar esquemas para construir una mejor región de producción compartida y no vivir una vecindad de naciones con competitiv­idad restringid­a.

En cualquier negociació­n no es lo mismo estirar la cuerda o incluso tensarla, que romperla. Así como entre seres humanos puede requerir décadas sobreponer emociones negativas, entre naciones puede tomar generacion­es darle la vuelta a la página de capítulos dolorosos para una sociedad.

Es deseable que la renegociac­ión siga su curso. Que la presión por congratula­r a uno se contenga y que se maximicen los esfuerzos política y diplomátic­amente posibles para que prevalezca la lógica y el deseo de hacer bien a tres, que muy a pesar de Trump, seguiremos siendo vecinos.

Lo deseable Que la renegociac­ión siga su curso, que la presión por congratula­r a uno se contenga y se maximicen los esfuerzos política y diplomátic­amente posibles.

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