CON EL OBJETIVO
de fomentar la memoria colectiva, Betsabeé Romero montará, en la explanada del Palacio de Bellas Artes, Hasta el último suspiro, una instalación pública, lúdica e interactiva que pretende recordar a las víctimas del sismo del pasado 19 de septiembre, pero sobre todo recopilar las historias de las personas dispuestas a narrar sus vivencias durante o después de la tragedia.
La instalación se inaugurará este sábado y contará con una ofrenda, en la que habrá un cubículo donde la gente podrá grabar su crónica de los hechos. Ya hay una selección de 19 historias, mismas que podrán ser escuchadas con el código QR desde cualquier celular inteligente. “Al final voy a recopilar todas estas crónicas y las donaré a la Fonoteca Nacional y a otros archivos sonoros del mundo, si me es posible”. La muestra cerrará el próximo 5 de noviembre.
MÁS QUE UN MOTOR
No es la primera vez que Betsabeé trabaja con automóviles. En febrero pasado partió uno a la mitad y lo dividió con una pared de ladrillos. A esta instalación —que realizó en colaboración con artistas de Phoenix, Arizona— la tituló Amurallado, en alusión al muro que quiere construir Donald Trump en la frontera entre México y Estados Unidos.
Para ella, el automóvil es un símbolo de movilidad urbana que, estéticamente, expresa mucho de la sociedad para la que fue manufacturado. La Historia, asegura, es como un vehículo: rueda con un eje, funciona si todo encaja en una sola pieza sin cortes ni barreras y posee el volante que es uno pero que nunca se mueve solo.
El curso de la Historia (otra vez con mayúsculas), considera, nunca podrá ser amurallado.
“La migración es la columna vertebral de la humanidad. Es el fenómeno que define al hombre contemporáneo. No importa que no vivamos cerca de una frontera: los procesos migratorios siempre nos afectarán de cualquier manera. En México nos atraviesa La Bestia y ahí están los migrantes (centroamericanos) aunque no queramos verlos. En Estados Unidos, lo mexicano ya cruzó la frontera hace mucho tiempo. Los mexicanos vivimos en una cultura, no en una geografía determinada”, observa Romero.
Cuando se enteró que Pirelli no retiró sus inversiones de México pese a las amenazas de represalias económicas de parte de Trump para todas aquellas automotrices que tuvieran plantas en el país, la artista consideró ético trabajar con esta marca con sede en Milán pero de propiedad china, que fabrica los neumáticos de la Fórmula 1 desde 2011.
“El arte siempre ha sido un termómetro de su época; una forma de conocimiento y entendimiento de la realidad. Hasta las obras más abstractas nos hablan del momento que estamos viviendo. En ese sentido, mi trabajo nunca se ha distanciado del contexto social y político y pretende ser una resistencia ante las políticas arbitrarias e inhumanas del señor Trump”, asegura.