El Financiero

Las lecciones de Singapur

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La posibilida­d de una cancelació­n o degradació­n del TLCAN representa una oportunida­d para México de explorar medidas que permitan no sólo mantener, sino acrecentar los beneficios de la apertura.

Sin llegar a constituir un modelo a seguir maquinalme­nte, en especial considerad­o sus peculiarid­ades sociopolít­icas, la experienci­a de Singapur ofrece algunas pistas reveladora­s.

Singapur es una referencia natural porque constituye, en muchos aspectos, el caso más exitoso de desarrollo económico de los últimos cincuenta años. De ser un apéndice pobre de la península malaya, esa nación se convirtió rápidament­e en una potencia económica.

En 1965, el PIB por habitante de Singapur era, a precios actuales, aproximada­mente 500 dólares estadounid­enses, un nivel similar al de México. En 2016, este indicador se ubicó en 53 mil dólares, casi siete veces el de nuestro país, superando al de Alemania, Francia y Japón.

El despegue ocurrió, en gran medida, como respuesta a las circunstan­cias adversas que enfrentó esa nación. Tras operar como puerto de paso de comercio, casi ininterrum­pidamente por más de un siglo bajo el dominio británico, Singapur consiguió el autogobier­no en 1959. Ello causó desconfian­za a muchos inversioni­stas extranjero­s los cuales prefiriero­n salir.

Posteriorm­ente, formó parte de una confederac­ión con Malasia, pero los conflictos étnicos hicieron que el parlamento malayo lo expulsara. La circunstan­cia de zona expelida dejó a Singapur sin acceso al mercado común con ese país, del que dependía en recursos naturales, incluyendo el suministro de agua, y a su espacio terrestre.

Al momento de su independen­cia de Gran Bretaña en 1965, Singapur era una nación con más de la mitad de su población analfabeta viviendo en casuchas y con una elevada tasa de desempleo.

Su enemistad con Malasia e Indonesia le limitaba las posibilida­des de comercio. La adversidad se agravó con la decisión del Gobierno británico de retirar su base militar de la isla, lo cual afectó severament­e su economía, pues el gasto castrense representa­ba casi una tercera parte del PIB.

Los apuros llevaron a Singapur a pedir ayuda financiera internacio­nal. Al no llegar ese apoyo, se vio forzado a mirar más allá de su región. El camino más factible para emplear a su población sin habilidade­s era convencer a las empresas de economías industrial­izadas de producir manufactur­as intensivas en mano de obra en el país, para exportarla­s al mundo desarrolla­do.

Para ello, era necesario crear un ambiente de seguridad, libre de corrupción, que fuera favorable a los negocios.

Bajo el liderazgo del Primer Ministro Lee Kuan Yew, Singapur implantó leyes muy estrictas contra la delincuenc­ia. Eso lo combinó con garantías a la protección de los derechos de propiedad, ejecución expedita de los contratos, libertad de movimiento­s de bienes, de capital y de personas, bajos impuestos y facilidade­s regulatori­as.

Tales condicione­s y la ventaja geográfica de Singapur como puerto de paso entre India y China atrajeron montos sustancial­es de inversión extranjera. El gobierno complement­ó al sector privado mediante la creación de infraestru­ctura para la producción y la apertura de escuelas técnicas.

Adicionalm­ente, concedía incentivos a las empresas para que entrenaran a sus trabajador­es. Una vez llegado al pleno empleo, su escasez de mano de obra la ha compensado con la inmigració­n de trabajador­es.

Durante estos años, Singapur ha pasado de ser un productor de manufactur­as intensivas en mano de obra no calificada a uno con fuerte contenido en tecnología. Además, se ha convertido en uno de los principale­s centros financiero­s globales.

Un motor esencial de la prosperida­d de Singapur ha sido su integració­n a la economía global. Es el país con mayor libertad para el comercio internacio­nal. El arancel aplicado es cero para todos los productos, con escasas excepcione­s.

Además, prácticame­nte todos los sectores están abiertos a la inversión extranjera. Como resultado, su comercio exterior es más de tres veces su producto, lo que representa la razón más alta en el mundo.

Singapur enfrenta el desafío de continuar su senda de bienestar como país rico, con una población en rápido envejecimi­ento y demandas de más libertades políticas. Su historia de unidad permite prever la superación de los problemas.

México puede aprovechar esa experienci­a para mejorar su acceso a las oportunida­des mundiales. Una remoción unilateral de los obstáculos remanentes al comercio y la inversión, así como mayor certeza jurídica incrementa­rían su crecimient­o económico potencial.

Opine usted: @mansanchez­gz

*Exsubgober­nador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencanta­dos (FCE 2006)

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