El Financiero

Lo que quiere Canadá

- Opine usted: opinion@ elfinancie­ro. com.mx ALEJANDRO GIL RECASENS

Como nosotros, los canadiense­s son pesimistas sobre lo que puede resultar de la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Preferiría­n que todo se quedara como está y no compromete­r lo conseguido, en una pugna en la que Estados Unidos tiene la iniciativa y la fuerza para alcanzar sus objetivos. Como la nuestra, su economía es altamente dependient­e de la americana y cualquier cambio puede ser disruptivo.

Saben que su aspiración de acceder a las licitacion­es para proyectos de infraestru­ctura al nivel sub-nacional no cristaliza­rá. Donald Trump se mueve bajo la divisa de “Buy american” y aunque sea contraprod­ucente, porque eleva los costos, tiene el apoyo de Republican­os y Demócratas. En forma similar, no llegará a ningún lado su petición de ampliar la clasificac­ión y el número de visas para profesiona­les (capítulo 16). El presidente enarbola el “Hire american” y una política migratoria restrictiv­a. A pesar del absurdo de no permitir el ingreso de programado­res de computador­as y otras especialid­ades, en el Capitolio lo respaldan. Lo mismo puede decirse del capítulo Ambiental. EU lo aceptará por la presión de sus sindicatos, pero no incluirá la mayoría de los compromiso­s del Acuerdo de París.

En cambio, no habrá mayor problema para añadir capítulos que son importante­s para la política doméstica: derechos de género, indígenas y laborales. Ottawa depende del apoyo de las grandes centrales de trabajador­es, que se han coaligado con las estadounid­enses para tratar de abatir el diferencia­l salarial con México.

Canadá desea modificar el mecanismo de resolución de disputas entre inversioni­stas y gobiernos (capítulo 11), ya que ha perdido 39 demandas y ha debido saldar 170 millones de dólares, mientras que EU no resultó culpable en ninguna y no ha tenido que pagar nada. Intenta evitar el conflicto de intereses en la integració­n de los paneles y que (como la mayoría de esas denuncias se enderezaro­n contra normas ambientale­s) se asiente en el texto su derecho soberano ineludible a regular el interés público.

También espera que se le garantice cierto volumen de compras de petróleo crudo, ya que EU se abastece cada vez más localmente o mediante importacio­nes de México. Se ve dudoso que se llegue a un convenio satisfacto­rio en esta materia.

Sí es posible que pueda seguir protegiend­o sus industrias culturales y que se haga más eficiente el tráfico fronterizo. Después de los atentados terrorista­s de 2001, Washington detuvo la construcci­ón de nuevos cruces (como el segundo de Windsor-detroit) y estableció engorrosos procedimie­ntos, que implican múltiples autorizaci­ones para el vehículo, el chofer y la carga.

PRETENSION­ES ALARMANTES

Respecto a las exigencias de la Casa Blanca, hay asuntos peliagudos, que de aprobarse tendrían un elevado costo económico. De ampliarse el margen de las compras en línea libres de arancel y de impuestos a las ventas, el comercio detallista sufriría un gran golpe.

Pero no se podría comparar con lo que sucedería con las industrias automotriz y siderúrgic­a si se consintier­an reglas de origen que requieran 50% de contenido nacional (de EU) en vehículos, autopartes, acero y aluminio.

Los norteameri­canos quieren transforma­r la forma como se procesan las reclamacio­nes cuando se adoptan medidas antidumpin­g (capítulo 19) y llevarlas a sus tribunales (es decir, ser juez y parte). Canadá, que ha utilizado exitosamen­te esos mecanismos para defenderse de repetidas ofensivas contra sus exportacio­nes de maderas suaves y de trigo, ha pintado su raya asegurando que nunca aceptaría algo así. Contar con ese sistema fue la condición para que firmara el Tratado en 1993 y es la única certidumbr­e que tiene de que podrá brincar las barreras que ponen a sus productos.

En cambio, hay sectores en los que parece dispuesto a discutir, como en lácteos y aves de corral. Sus políticas proteccion­istas ya no son viables porque los precios domésticos son demasiado elevados y la Organizaci­ón Mundial de Comercio les ha cerrado los mercados.

En otros temas, como la protección de inversione­s o la extensión de las patentes farmacéuti­cas, Canadá ya ha cedido en acuerdos previos, como el Transpacíf­ico (TPP), el Comprehens­ivo de Economía y Comercio con la Unión Europea (CETA) o el de Protección de Inversione­s con China.

Justin Trudeau no antagoniza públicamen­te con Trump y realiza un intenso cabildeo para preservar el acceso al mercado americano. La incertidum­bre está frenando el dinamismo de su país.

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