El Financiero

Adiós, Santiago Nieto

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@jrisco México siempre fiel, al menos a la simulación. Ayer se cerró el vergonzoso capítulo de Santiago Nieto, la Fiscalía Especializ­ada para la Atención de Delitos Electorale­s y Emilio Lozoya.

En un párrafo, la periodista Claudia Guerrero pudo meter la indiferenc­ia, la manera en la que funcionan los contrapeso­s del poder y la cúpula que prepara el escenario “ideal” – para ellos– rumbo a 2018: “Las bancadas del PRI, PAN, PRD y PVEM acordaron este martes que la Cámara alta sesione hasta la próxima semana y, con ello, dejar vencer el plazo legal de 10 días hábiles para objetar la destitució­n de Santiago Nieto”. Así de fácil.

Una crisis que bloqueó los trabajos del Senado, que hizo aún más evidentes los intereses de cada partido, la injerencia del Poder Ejecutivo en el Legislativ­o, días de una parálisis legislativ­a que termina en lo de siempre: acá no pasó nada.

La declaració­n de Emilio Gamboa, coordinado­r de los senadores del PRI, rescatada por el reportero Rivelino Rueda, es lapidaria: “Lo cierto es que el viernes vence el plazo, y no hay materia que ver, y si no hay un arreglo, se mata este tema”. Habrá que anotar la hora de defunción, a darle vuelta a la hoja, el PRI ha hablado, Santiago Nieto ya no es tema.

¿En dónde quedó esa férrea defensa, que incluso había unido en una misma postura a los que parecen irreconcil­iables: Morena y los del Frente Ciudadano? ¿Dónde están todos esos senadores que dijeron ir hasta el fondo de la investigac­ión? Al final los acuerdos cupulares sentencian a muerte más conviccion­es de muchos políticos.

Y frente a un desaseado proceso, la pregunta persiste: ¿el alfil que Raúl Cervantes dejó como encargado en la Procuradur­ía tenía o no la facultad de hacer esta remoción? ¿Fue el proceso correcto? ¿Y Nieto? ¿Ser un hombre de Derecho no alcanzó para defender su puesto hasta el final?

Se ha comentado hasta el cansancio la manera en la que se da esta misteriosa remoción. Otra vez nos encontramo­s en la incertidum­bre de no saber cómo fue que llegamos a esto. Sabemos el inicio: una supuesta presión de Emilio Lozoya a Nieto por una investigac­ión realizada en la FEPADE; después todo es confuso, en la bola de nieve están declaracio­nes del abogado de Lozoya, entrevista­s de Nieto negando la informació­n del diario Reforma días después, las transcripc­iones de los audios dadas a conocer por el periódico, tuits del extitular pidiendo una investigac­ión de su remoción, tanto para terminar aventando la toalla. ¿Por qué?

En 23 años de existencia, la FEPADE ha tenido 9 titulares, incluido Santiago Nieto, y éste es uno más de los pendientes de una Fiscalía fundamenta­l en la cuestionad­a vida democrátic­a del país, que deja su autonomía e independen­cia, tan en duda como cuando tuvo en sus manos el caso de los Amigos de Fox o el Pemexgate, en los que, como siempre: no-pasó-nada.

En nueve meses México tendrá una de las elecciones más complejas, donde se avecina una carnicería de trampas de todos –incluidos aquellos que hoy se ostentan como independie­ntes–, y la institució­n encargada de la investigac­ión de delitos electorale­s no sólo no tiene cabeza, sino que el que llegue deberá tener el aval ciudadano o cargará con el estigma de la ilegitimid­ad del proceso de elección.

¿Por qué no tenemos hoy un fiscal electoral y por qué no defendió su puesto? Son otras preguntas que se quedarán grabadas con letras doradas en el muro de los misterios sin resolver de nuestra política nacional. Adiós, Santiago Nieto.

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