Andrés Manuel, el mismo de siempre
No es de sorprender que Andrés Manuel vuelva a la querencia, a su lado flaco, con la gente en que confía, con la que se siente a gusto. Se trata de hampones, políticos corruptos que, amparados en un discurso burdo y mentiroso, se han ocultado durante años en puestos que les han dado impunidad, y cuando no los tienen, el manto protector de AMLO los protege, los cuida, los mima a cambio de los favores en su campaña: acarreo, reparto de dinero y demás modos priistas –ahora también panistas y perredistas– de hacer proselitismo.
Se ha dicho hasta la saciedad: chango viejo no aprende maroma nueva. Por más que López Obrador intente mostrar que cambia, que quiere dar un paso adelante para esconder su ignorancia y su intolerancia, su manera de ser lo traiciona, le imposibilita ese cambio. Siempre será el tipo radical, incapaz de comprender la modernidad, el hombre fanático de sí mismo que cree que su palabra puede cambiar la realidad.
Este año, Andrés Manuel comenzó nuevamente un intento de cambio de imagen. Seguramente lo han convencido de que tiene que hacer caso a sus asesores, intentar una imagen más suave, menos radical para poder conquistar otro tipo de voto. Su tercera contienda para la Presidencia le daba bonos (menos de los que él y sus seguidores pensaban, pero muy buenos para arrancar) de credibilidad. Además, el hartazgo por la corrupción rampante de este gobierno abre las posibilidades de un cambio. Por tales razones lo pusieron a viajar. Lo llevaron a Europa y a Estados Unidos. Ahí también salió con sus arranques de intolerancia. En un foro con hombres
Opine usted: zavalaji@yahoo. com @juanizavala