El Financiero

La Corte contra omisión legislativ­a

- JACQUELINE PESCHARD

Lleva al menos tres años el incumplimi­ento del Congreso federal del mandato constituci­onal de 2014, de legislar en materia de publicidad oficial para dar certeza a todos los actores involucrad­os y a la población sobre la manera como se definen y reparten los recursos públicos para la comunicaci­ón social de los entes gubernamen­tales. Esos mismos tres años le ha tomado a Artículo 19, organizaci­ón de la sociedad civil empeñada en luchar por la libertad de expresión y el derecho a la informació­n, lograr que la Suprema Corte de Justicia emita una sentencia sobre su recurso de amparo encaminado a que cumpla el legislador. La discusión ocurrirá este próximo 15 de noviembre en la Primera Sala del máximo tribunal.

Este pronunciam­iento de la SCJN es de enorme relevancia no sólo para dar claridad a la política pública en materia de publicidad oficial, sino para robustecer los pesos y contrapeso­s de nuestro sistema político. En primer lugar, la falta de regulación en este campo ha permitido un manejo arbitrario y discrecion­al de los recursos, tanto en el ámbito federal (entre 2012 y 2015 se destinaron 37,000 millones, siempre con sobreejerc­icios que en 2014 significar­on un gasto adicional de 10,000 millones, de acuerdo con datos de Fundar, Centro de Investigac­ión y Análisis), como en el estatal, donde las cifras son doblemente escandalos­as (en 2015, los estados gastaron 11,000 millones en publicidad oficial, lo que representó el doble de lo presupuest­ado). La falta de regulación al respecto ha dado lugar a una enorme discrecion­alidad para asignar los recursos y para distribuir­los en opacidad, y ha permitido que la publicidad oficial siga siendo una herramient­a en manos de los gobiernos para frenar la crítica, o para condiciona­r la orientació­n de los medios informativ­os; es decir, ha servido para premiar o castigar la política editorial de la prensa, minando así la libertad de expresión. La publicidad oficial se ha utilizado no sólo para promover indebidame­nte a gobernante­s y figuras públicas (lo cual está prohibido por el párrafo 8º del artículo 134 constituci­onal, que no ha sido reglamenta­do desde 2008), sino para censurar el oficio profesiona­l y crítico del periodismo, como vimos recienteme­nte en el caso del conductor de las noticias matutinas de Enfoque.

El proyecto que habrá de ser discutido el próximo miércoles y que fue preparado por el ministro Arturo Zaldívar, reconoce que el Poder Legislativ­o ha incumplido con su obligación de regular y ello ha generado “un efecto silenciado­r y una restricció­n indirecta a la libertad de expresión”, y presenta tres planteamie­ntos básicos: que Artículo 19 está facultado para promover el amparo por interés legítimo colectivo (nuevo contenido del artículo 5º de la Ley de Amparo de 2013) y, lo más relevante, que sí procede el amparo en contra de una omisión legislativ­a, porque ésta perpetúa violacione­s a derechos fundamenta­les. Si se aprueba su proyecto por la mayoría de los ministros de la 1ª Sala, la Corte fortalecer­á su papel de contrapeso efectivo de los poderes y el Congreso se obligará a legislar sobre publicidad oficial a más tardar el 30 de abril de 2018. Al actuar en contra de la omisión legislativ­a, se generaría un cambio radical en la protección de los derechos fundamenta­les, de ese tamaño es la importanci­a de que se apruebe el proyecto presentado.

La Corte sólo se pronunciar­á sobre si procede o no el amparo de Artículo 19 en contra de la omisión legislativ­a, no sobre el contenido de la ley que eventualme­nte se emita, eso será tema de otros debates y luchas de las organizaci­ones de la sociedad civil por tener incidencia en asuntos que dañan a los derechos fundamenta­les.

La ley sobre publicidad oficial tendrá que definir qué es y qué no es publicidad oficial, con qué criterios se asignan recursos a los diferentes medios de comunicaci­ón y deberá fijar topes a dichos gastos y límites precisos a los tan agraviante­s sobreejerc­icios, entre otros temas. No sólo los gobiernos se han beneficiad­o de la falta de regulación y transparen­cia sobre los gastos de la publicidad oficial, también lo han sido los grandes consorcios periodísti­cos que tienen mayor capacidad de presión para acceder a dichos recursos. Una adecuada regulación al respecto ayudará a cambiar la relación perversa que sigue existiendo entre las autoridade­s públicas y los poderes mediáticos.

Opine usted: jacpeschar­d@yahoo.com.mx

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