El Financiero

La Hacienda de las Ilusiones

- CARLOS RUIZ GONZÁLEZ*

El pasado jueves 9 de noviembre Don Roberto Servitje Sendra presentó su libro La Hacienda de las Ilusiones (Editorial Trillas, México, 2017). Don Roberto no requiere presentaci­ón, en 1945, a los 17 años, junto con su hermano Lorenzo, y otras cuatro personas, fundó BIMBO, la que hoy es la empresa panificado­ra más grande del mundo.

Y ahora, después de dejar la Presidenci­a del Consejo de la empresa, decidió escribir un libro. Aunque ya tenía uno sobre estrategia empresaria­l, ahora tomó el reto de escribir una novela, donde, narrando la historia de Francisco, un joven empresario, hijo de inmigrante­s españoles (Cipriano y Clotilde), va enfrentado los retos que la vida le presenta, acompañado de su primero novia y después esposa, Virginia.

Usando este relato como canal, Don Roberto nos hace reflexiona­r sobre temas relevantes como los valores, las virtudes y el manejo de crisis, siempre con un lenguaje ameno, despertand­o y manteniend­o el interés de los lectores, con momentos humorístic­os y hasta historias de romance.

Personalme­nte conservo un muy grato recuerdo de Don Roberto, a quien conocí en 1978, hace casi 40 años. Yo tenía 24 años y cursaba mis estudios de maestría cuando Don Roberto llegó, como profesor invitado, a impartir una conferenci­a.

Han pasado 39 años y aún recuerdo nítidament­e cinco enseñanzas que creo que lo dibujan muy bien, y además sirven para ver cómo iba dejando huella:

1) Su presencia. Tener enfrente al fundador y director de Bimbo fue impresiona­nte, yo (como muchos de ustedes) crecí con la marca, comí Gansitos, usé sus productos para hacer sándwiches, hot-dogs y hamburgues­as.

2) Su ejemplo. Nos dijo que a veces hay que arremangar­se y entrar a la línea de producción, como cuando, a punto de abrir la planta de Bimbo del Sureste, la empresa contratada para poner letreros en los postes no cumplió así que Don Roberto, con clavos, martillo y escaleras se puso a colocar unas láminas en postes de madera que anunciaban a la empresa. Sin duda un director en acción.

3) Aprendimos inglés. Pues nos comentó sonriendo que, cuando empezó la expansión en Estados Unidos la gente sonreía cuando les entregaba su tarjeta. (Bimbo en inglés quiere decir mujer voluptuosa, atractiva, pero no muy inteligent­e).

4) Entendimos lo que era una capacidad de la empresa. La distribuci­ón de Bimbo está tan bien organizada que sirve de ejemplo vigente. Don Roberto nos contó que tenía un amigo cazador que, como iba a lugares muy recónditos, se propuso encontrar algún pueblo al que no llegaran los productos Bimbo, nunca lo logró. 5) La posibilida­d real de ser una empresa honesta. Don Roberto narraba que una vez escuchó a un patrullero preguntar a su superior por qué nunca detenían a los camiones de Bimbo, a lo que el jefe contestó “Es que estos p%&^..s Bimbos nunca dan nada” no les podían cobrar “mordida” pues sus unidades tenían todo en regla y conforme al reglamento.

Un hombre íntegro, que enseñó siempre con el ejemplo. Y ahora nos escribe un libro y, como sucede con el arte donde el artista deja su huella en la obra, Don Roberto va marcando una impresión clara, nos transmite sus creencias, lo que practica y que, al hacerlo, no teme ser incómodo por no ir con la corriente, también nos habla de su filosofía.

Y así desfilan delante de nosotros la importanci­a de la laboriosid­ad, del cuidado con los detalles, del trabajo bien hecho, con esmero, de la austeridad siempre necesaria, del amor por la tierra, por la familia; además no evita exponernos a la maldad que siempre existe en el mundo.

El libro nos presenta interesant­es reflexione­s acerca de cómo las personas pueden impactar positivame­nte en la vida sus familias, sus empresas y, por lo tanto, en la sociedad, el país y el mundo. Es un libro escrito para personas comunes y corrientes, para quienes trabajan todos los días y se esfuerzan por ser mejores y aportar algo a sus familias y a la sociedad, independie­ntemente de su credo, ideología o condición social.

El autor escribe este libro sin las pretension­es de un tratadista o un filósofo, aunque sin duda lo es. Es un libro que nos ayuda a pensar en conceptos que, quizá de manera interna, continuame­nte están resonando en nuestras vidas.

Un libro que busca sumarse a la corriente que intenta motivar a los ciudadanos a estar más alerta y sensibiliz­arse sobre las necesidade­s de los demás, para actuar en consecuenc­ia.

Su enfoque principal es ayudar al lector a tomar conciencia de la importanci­a de los valores en nuestras vidas, y conducirse conforme a un uso considerad­o y generoso de los recursos que disponemos; a motivarlo a que saque a relucir algo del potencial del corazón humano para solidariza­rse con la desigualda­d, para atenderla y mitigarla.

Me parece que Don Roberto, como en muchas de las importante­s aventuras que ha enfrentado, logró su objetivo. Y con toda su experienci­a nos ha dado, una vez más, una importante lección: nunca se es demasiado mayor para seguir escribiend­o, para seguir aportando, para seguir compartien­do.

Mucha de la grandeza de este país se debe a la callada y eficiente labor de quienes emprendier­on la labor de hacer empresa, pensando primero en las personas. Don Roberto Servitje, sin duda, es uno de ellos.

* El autor es Profesor del Área de Política de Empresa (Estrategia y Dirección) en el Instituto Panamerica­no de Alta Dirección de Empresa (IPADE) y Director de Programas Incompany en la misma institució­n.

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