El Financiero

Babel: Internet y el 2018

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El sábado pasado tuve el honor de ser invitado a la Feria Internacio­nal del Libro de Guadalajar­a para hablar en un foro sobre los horizontes del Internet, las redes sociales, la política y la desinforma­ción (concepto también conocido como fake news) en el futuro cercano. Desde ese día sigo dándole vueltas a tan rica combinació­n de temas, en dichos cruces se debaten buena parte de las posibilida­des de la humanidad en un futuro.

El papel del Internet y el cambio en nuestro planeta se han ligado y estoy convencido que cada día tendrán más que ver. Internet se ha convertido en el repositori­o de la humanidad, su reflejo es el nuestro. Hoy, podemos conocer cómo se construyen los nuevos y más ambiciosos proyectos de la ciencia moderna, como los sombreros capaces de leer nuestras redes neuronales, los planes de viajes a Marte o los avances que la inteligenc­ia artificial registra todos los días. Ahí también podemos tener acceso a la inmensa mayoría de los libros publicados por la humanidad. La famosa Biblioteca de Babel, de Borges, viene a mi mente al tratar de imaginarla. Hoy el Internet nos permite ver en tiempo real lo que sucede en un zoológico de Vancouver y también acceder a los últimos descubrimi­entos arqueológi­cos del pueblo maya, persa o bizantino.

Pero, lejos de sólo tener un almacén de ideas, el Internet, y más específica­mente las redes sociales, se han convertido en un centro de comunicaci­ones, en un hilar infinito de reacciones, comentario­s y lazos. Sí, las redes sociales nos permiten seguir en contacto con nuestros familiares del otro lado del mundo, escribir cuentos de sus- penso en tiempo real (como los intrigante­s tuits de Manuel Bartual de hace un par de meses), y han hecho posible reunirnos con otras personas con nuestros mismos intereses. De esta manera tenemos la posibilida­d de comunicaci­ón instantáne­a con una buena parte de la población de la Tierra.

Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas con las redes sociales. Como lo ha augurado la ciencia ficción en el maravillos­o programa de televisión británico Black Mirror, estos espacios se pueden convertir en un frenesí de superficia­lidad, en una enorme bola de esclavitud de contenido falso, de búsqueda de gratificac­ión y de soledad disfrazada con los mejores filtros. No por eso habrá que pensar que estos foros son, por definición, una idea perversa. Siempre he sostenido que las redes sociales no son per se buenas o malas, al final del día son herramient­as utilizadas por personas y de las mismas personas depende el resultado de su uso.

Como el mundo es de matices, creo que la utilizació­n de las redes sociales aún está muy lejos de llegar a su completa comprensió­n. Si bien es cierto que los contenidos con mayor posibilida­d de viralidad por definicion­es de los algoritmos de las redes suelen ser superfluos o fáciles, han existido pequeños momentos en donde decidimos hacer una tregua y dar paso a contenido valioso. Un gran ejemplo de ello fue el 19 de septiembre en México, donde las redes de ayuda fueron articulada­s de manera impresiona­nte. Aunque de nuevo el matiz: también hubo gran rumorologí­a, mentiras y solicitude­s falsas de ayuda que se convirtier­on en un obstáculo para hacer llegar la ayuda a quienes la necesitaba­n.

Ahí el detalle, estos matices se pueden repetir. En 2018 esas mismas redes pueden ser grandes herramient­as para la búsqueda de informació­n veraz, útil y al servicio de elegir a las mejores candidatur­as durante el proceso electoral. No estamos condenados a ser moldeados según los bots o trolls de las agencias digitales sin principios. No tenemos que conformarn­os con divulgar notas falsas o permitir que nuestra opinión sea influencia­da por mentiras repetidas cien veces, aunque a eso le apueste buena parte de la clase política del país. Basta ver las cuentas de gobernador­es y legislador­es para ver dicho comportami­ento nocivo.

El foro en la FIL me dejó claro que somos una sociedad mucho más crítica de los contenidos que consume. Que ya no se cree de buenas a primeras todo lo que ve en línea y sobre todo que las redes, bien encauzadas, podrían estar a la altura del momento que viviremos. Que la Biblioteca de Babel, pues, se llene de solidarida­d, de inteligenc­ia y de ideas para ayudarnos a elegir a conciencia en el 18.

Opine usted: @pkumamoto

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