El Financiero

BLANCA HEREDIA

DESDE OTRO ÁNGULO

-

Este lunes se despejó una incógnita muy importante de cara a la que anuncia ser una elección a muerte. El nombre del candidato puntero y el que, en buena medida define las coordenada­s centrales de la elección presidenci­al del año entrante, lo conocemos hace mucho. El lunes de esta semana se develó, a la usanza tradiciona­l, el nombre del candidato presidenci­al del PRI. Lo que queda por definir es quién será el candidato del Frente Ciudadano por México (FCM).

Hasta antes de septiembre de este año ni siquiera existía el Frente Ciudadano. A poco de creada, sin embargo, esta coalición improbable entre el grueso del PAN y lo que queda del PRD se ha convertido en una opción de peso. Tan de peso que logró que el PRI se olvidara un rato de arremeter contra el candidato de Morena y concentrar­a todos sus esfuerzos en inten- tar desbarranc­arla. Tan de peso, incluso, que es posible que haya influido en la definición final del candidato del tricolor.

A abrirle un espacio insospecha­do y una fuerza potencial considerab­le al Frente han contribuid­o tres factores principale­s. Primero, la existencia de una nada despreciab­le corriente de opinión dentro de la sociedad mexicana, para la cual un nuevo presidente del PRI y AMLO con la banda presidenci­al resultan igualmente detestable­s. Segundo, un PRD mucho muy disminuido al que el riesgo de desaparece­r lo llevó a considerar opciones que en otras circunstan­cias no habría contemplad­o con seriedad. Y, tercero, un político muy hábil e inusualmen­te dispuesto a asumir riesgos, quien identificó oportunida­des en un contexto movedizo y consiguió armar una tercera opción donde parecía haber sólo espacio para dos. El político en cuestión: Ricardo Anaya, líder del PAN.

Como han señalado con razón diversos analistas, la posibilida­d de que el FCM sobreviva y actualice su potencial como tercera opción efectivame­nte competitiv­a para 2018, depende crucialmen­te de que sea capaz de resolver (sin romperse en el camino) el asunto de quiénes serán sus candidatos. En el tablero de ajedrez completo importan todas las candidatur­as. Básicament­e, pues será en esas definicion­es puntuales, entidad por entidad, nombre por nombre, donde se fragüen (o no) los acomodos, los intercambi­os y los amarres necesarios para que los partidos que integran el Frente sigan juntos.

Hay, con todo, candidatur­as más importante­s que otras y, evidenteme­nte, la presidenci­al es la joya de la corona. El proceso para definir quién se queda con esa candidatur­a será el asunto que habrá de determinar el futuro del Frente. Ese proceso resulta clave, además, pues segurament­e influirá en la competitiv­idad del candidato del PRI frente a AMLO. Me explico. Si el FCM se fractura o coloca a un candidato con bajas probabilid­ades de plantearle un reto serio al candidato de Morena, el beneficiar­io mayor sería el PRI, dado que ello lo dejaría como el único receptácul­o viable del voto y de los intereses antiamlo. Eso lo sabe el Institucio­nal y es por ello por lo que segurament­e está haciendo ya y seguirá haciendo todo lo posible y lo imposible para nulificar al Frente.

Por el peso electoral del PAN y su reconocimi­ento de nombre, Anaya sería el candidato más lógico y más competitiv­o del Frente. Miguel Mancera no tiene posibilida­des reales, pero sus aspiracion­es le resultan muy útiles al PRI para acabar con el Frente como opción efectiva. ¿Qué le estará ofreciendo el PRI a Mancera? ¿Qué pudiera ofrecerle Anaya para que en lugar de jugársela con el PRI se la juegue con un Frente capaz de contender contra AMLO? Por dónde se decante al final Mancera definirá si habrá o no en la boleta del 2018 una opción distinta a las dos ya perfiladas y bien conocidas. Entre melón y sandía hay muchísimo en juego.

Opine usted: @Blancahere­diar

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico