MIS FINANZAS
¿Quieres vivir como gringo? Tiene sus riesgos
Nuestros vecinos del norte son un punto de referencia en cuanto a nivel de vida; cuentan con una clase media fortalecida, con un alto estándar de compra y una economía basada en el consumismo. Este deseo ha llevado a muchos mexicanos a migrar, pero no sólo para huir de la pobreza, sino también para aspirar a un mayor bienestar. Sin embargo, el modelo tiene sus bemoles que vale la pena apuntar.
Hay una tendencia al endeudamiento, adelantando el consumo. En general, quien tiene un trabajo estable puede obtener una amplia línea de crédito a tasas bajas, lo que permite adquirir una vivienda, auto y enseres domésticos.
Cuando los hijos llegan a la universidad también acceden a préstamos para culminar sus estudios.
Mientras exista una plaza bien remunerada todo funciona a la perfección, porque a la hora de requerir otros productos es factible tomar de nuevo el endeudamiento.
Al final de la vida productiva, se tiene un monto que fue ahorrado por medio del fondo de pensiones, además que con una casa totalmente liquidada se puede complementar el ingreso con un reverse mortgage, es decir, una hipoteca a la inversa.
En lugar de realizar erogaciones mensuales al banco, la institución financiera entrega recursos al cliente.
El prestatario no está obligado a pagar hasta que fallezca o la casa se venda, de tal forma que los herederos habrán de deshacerse de la vivienda para enfrentar el adeudo y quedarse con el remanente, si lo hay.
Si te das cuenta, un norteamericano promedio vive endeudado y termina de estarlo hasta su muerte.
Quedó evidenciada la fragilidad de este modelo con la crisis financiera de 2008, cuando la recesión provocó una alza del desempleo y los créditos no pudieron ser pagados. Hoy por ejemplo, un gran número de jóvenes en Estados Unidos tienen dificultades para hacer frente a sus pasivos.
Para México es claro que este esquema es inoperante, precisamente porque el mercado laboral ha sido inestable y las tasas de interés, si bien mostraron en el pasado una tendencia a la baja, han enfrentado periodos de elevaciones repentinas, situación que desembocó en la crisis de 1995 con los deudores.
La moraleja es sencilla, tengamos cuidado con esa idea generalizada de que es bueno vivir del crédito. En nuestro país es muy peligroso y debemos mejor confiar en el poder del ahorro, porque de otra manera es fácil caer en la insolvencia.