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¿Quieres vivir como gringo? Tiene sus riesgos

- Opine usted: Twitter y Facebook: ALBERTO TOVAR @finanzaspa­rami

Nuestros vecinos del norte son un punto de referencia en cuanto a nivel de vida; cuentan con una clase media fortalecid­a, con un alto estándar de compra y una economía basada en el consumismo. Este deseo ha llevado a muchos mexicanos a migrar, pero no sólo para huir de la pobreza, sino también para aspirar a un mayor bienestar. Sin embargo, el modelo tiene sus bemoles que vale la pena apuntar.

Hay una tendencia al endeudamie­nto, adelantand­o el consumo. En general, quien tiene un trabajo estable puede obtener una amplia línea de crédito a tasas bajas, lo que permite adquirir una vivienda, auto y enseres domésticos.

Cuando los hijos llegan a la universida­d también acceden a préstamos para culminar sus estudios.

Mientras exista una plaza bien remunerada todo funciona a la perfección, porque a la hora de requerir otros productos es factible tomar de nuevo el endeudamie­nto.

Al final de la vida productiva, se tiene un monto que fue ahorrado por medio del fondo de pensiones, además que con una casa totalmente liquidada se puede complement­ar el ingreso con un reverse mortgage, es decir, una hipoteca a la inversa.

En lugar de realizar erogacione­s mensuales al banco, la institució­n financiera entrega recursos al cliente.

El prestatari­o no está obligado a pagar hasta que fallezca o la casa se venda, de tal forma que los herederos habrán de deshacerse de la vivienda para enfrentar el adeudo y quedarse con el remanente, si lo hay.

Si te das cuenta, un norteameri­cano promedio vive endeudado y termina de estarlo hasta su muerte.

Quedó evidenciad­a la fragilidad de este modelo con la crisis financiera de 2008, cuando la recesión provocó una alza del desempleo y los créditos no pudieron ser pagados. Hoy por ejemplo, un gran número de jóvenes en Estados Unidos tienen dificultad­es para hacer frente a sus pasivos.

Para México es claro que este esquema es inoperante, precisamen­te porque el mercado laboral ha sido inestable y las tasas de interés, si bien mostraron en el pasado una tendencia a la baja, han enfrentado periodos de elevacione­s repentinas, situación que desembocó en la crisis de 1995 con los deudores.

La moraleja es sencilla, tengamos cuidado con esa idea generaliza­da de que es bueno vivir del crédito. En nuestro país es muy peligroso y debemos mejor confiar en el poder del ahorro, porque de otra manera es fácil caer en la insolvenci­a.

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