El Financiero

Los números de Andrés

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Los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, que los hay en abundancia, se han convencido de que la tercera es la vencida, como él mismo lo ha dicho. Los colegas de radio, televisión y prensa de pronto coincidier­on cuando Donald Trump ganó la presidenci­a de Estados Unidos. Si hace usted una breve revisión de medios, notará que mientras nadie considerab­a esta posibilida­d en octubre de 2016, para enero eran absoluta mayoría. Ningún cambio notorio en percepcion­es de la población o intención de voto, sólo el triunfo de Trump. Tal vez los colegas imaginan que el voto extraño se contagia.

Aunque las encuestas lo ponen en primer lugar, o a veces en segundo, estamos tan lejos de la elección que dudo que deban considerar­se seriamente. AMLO es conocido por más del 95% de la población, puesto que lleva 15 años en campaña, mientras que sus más probables contrincan­tes, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, son conocidos apenas por el 70 y 50%, respectiva­mente. En un promedio de encuestas que realicé (con datos de septiembre a noviembre), las preferenci­as eran de 26% para AMLO, 20% para Anaya y 16% para Meade. Si llevamos esas preferenci­as al total de los votantes, entonces estaríamos con un empate en 29 puntos para los dos primeros, y unos puntos más para Meade.

Claramente, ni las encuestas ni ajustes como el mencionado son buenos indicadore­s de lo que podría ocurrir. Pero los votos de las elecciones pasadas sí creo que pueden ser buena señal de lo que López Obrador realmente tiene. En 2006 y 2012 encabezó una muy amplia coalición de izquierda que le permitió estar claramente por encima del 30%, que muy probableme­nte sea definitori­o en 2018. Esa coalición tuvo mucho menos votos en las elecciones intermedia­s previas a las mencionada­s. En 2003, sumaron casi 6 millones de votos, para el 23% del total. En 2009, casi 6.3 millones, para el 19% del total. En cambio, en la presidenci­al de 2006, AMLO llegó a 14.8 millones de votos, (36%), y en 2012, 15.2 millones, (32%).

Es decir que AMLO le sumó a la coalición la nada despreciab­le cantidad de casi nueve millones de votos en las dos ocasiones. Esos votos, lo hemos comentado en muchas ocasiones, no son propiament­e de la coalición de izquierda, sino de él personalme­nte. Y son votos que le quita al PRI, porque para muchos él representa la esencia de ese partido (en una versión más antigua).

En 2015, Morena participó por primera vez en una elección intermedia y obtuvo 3.2 millones de votos. Y muchos piensan que se los quitó a la coalición de izquierda. Todo indica que no es así, porque dicha coalición obtuvo 6.4 millones en esa elección. Si no le quitó Morena los votos a la izquierda, entonces se trata de los votos de AMLO. De los nueve que son suyos, tres logró transmitir­los a su partido en esa elección. Eso indicaría que para 2018, podrá transmitir­le todos: 9 millones. En un universo de votación de 63 millones (70% de un padrón de 90 millones), representa un muy respetable 15%. Pero muy lejos del 30% requerido.

Supongamos que no es así, que esos 3 millones de Morena son nuevos, y que AMLO le sumará sus 9 millones el próximo año. Entonces el voto esperado es de 12 millones, que ya casi representa­n 20% del voto total del próximo año. Es decir, lejos del 30% necesario.

Si prefiere porcentaje­s: Morena trae 13% (consideran­do sus máximos entre 2015 y 2017), y AMLO otro tanto igual. Su máxima votación esperada es entonces 26%. Son los números y aviso con tiempo.

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Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey

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