El Financiero

El choque de AMLO con Meade

- ENRIQUE QUINTANA

Las campañas electorale­s van a ser un desafío para todos los candidatos.

Ya le comenté esta semana que, si quiere ganar, José Antonio Meade deberá mantener un perfil que permita atraer electores que no hubieran votado por el PRI si el candidato fuera otro; pero, al mismo tiempo, no puede darse el lujo de perder el voto duro del PRI. Es un caso análogo al de López Obrador. Si el líder de Morena quiere realmente ganar la elección necesita tener un comportami­ento que atraiga electores que en primera instancia no votarían por él. Pero sin perder a su base electoral a la que tiene acostumbra­da a cierto estilo de discurso y comportami­ento.

Ambos candidatos –que ya lo son virtualmen­te aunque no lo sean legalmente– tienen que hablar a dos audiencias diferentes y conquistar­las.

Cuando haya candidato del Frente, si lo hubiera, veremos cuáles son los retos que tiene, pero por lo pronto analicemos el contraste entre Meade y AMLO.

Una de las primeras reacciones de López Obrador tras definirse el virtual candidato del PRI fue llenar al exsecretar­io de Hacienda de adjetivos insultante­s: ‘señoriting­o’, pelele, títere, representa­nte de la mafia del poder, así para empezar.

La reacción de López Obrador hace recordar al candidato que, con el “Cállate chachalaca” dirigido a Vicente Fox en el 2006, erosionó una parte de la ventaja que llevaba.

Algunos consejeros del virtual candidato de Morena, han tratado de moderarlo y evitar que ocurran estos arranques, que, saben, eventualme­nte generan rechazo de posibles simpatizan­tes.

Pero, pareciera que AMLO prefiere escuchar los ecos favorables de sus partidario­s a ultranza, quienes le celebran y aplauden esa actitud agresiva de peleador callejero.

Si el patrón se repitiera en otros casos y aun con otros personajes, AMLO podría estar poniendo las bases de su tercera derrota en elecciones presidenci­ales.

En contraste, la opinión de Meade respecto a AMLO no anotó ningún insulto a su persona sino un cuestionam­iento a las ideas: “Los planteamie­ntos son todos viejos. El diagnóstic­o de muchos de los retos que apunta es correcto, pero en la forma de resolverlo­s no se ve nada”.

Si este patrón de intercambi­os se repite, insultos contra argumentos, va a haber un desgaste de la imagen de AMLO, más rápido aun que el que ocurrió en el 2006.

Para la sociedad mexicana sería mucho más sano ver una contienda de argumentos, que pudieran normar el criterio de quienes vamos a votar.

Pero si la campaña se da en el tono que vimos en los últimos días, creo que vamos a ver cómo López Obrador empieza a bajar en las encuestas.

No se va a desplomar porque tiene una base de adeptos muy firme, pero sí podría tener pérdidas que le recorten poco a poco la ventaja que ahora tiene.

La dinámica política se va a modificar al paso de los meses, cuando se defina el candidato del Frente, de haberlo, o los candidatos del PAN y PRD. También cuando quede claro cuántos independie­ntes habrá y quiénes serán.

Por lo pronto, la posibilida­d de contrastar el desempeño de los únicos dos candidatos que con certeza aparecerán en la boleta electoral del 1 de julio, está siendo relevante.

No deje de observar.

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