Sus majestades, la insensibilidad y la voracidad
Los griegos distinguían dos formas de barbarie: una barbarie dura, la ferocitas, encarnada por las bandas destructoras, y una blanda, la vanitas, que es la barbarie de la debilidad, la inconsistencia, la decadencia. ¿Cuál nos domina? No estoy seguro que nuestras franjas gobernantes se guíen por ideales. Antes bien, es el azar, las circunstancias y el abuso lo que los mueve.
Quizás no hay hombres de Estado entre nosotros sino pequeñas personas con cálculos a su medida. ¿Cómo explicar que en un país con desigualdades abismales y recientemente sacudido por los sismos y con la estela de nuevas y apremiantes necesidades en la construcción de escuelas, casas-habitación, apremio en la alimentación, la clase gobernante se asigne sueldos, bonos y privilegios que parecieran arrancados de los cuentos de Las mil y una noches? De llamar la atención es lo que ocurre en el Instituto Nacional Electoral, que fue concebido para que los ciudadanos organizáramos las elecciones y ya no fuera el gobierno quien las llevara a cabo. Hoy, convertido, trasmutado en un refugio de oportunistas, es el campeón de la desigualdad al llegar a la suma de 805 mil pesos cada uno de los once integrantes. Esta Navidad dispondrán de un obsequio que les hace el erario por 8 millones, 805 mil 456 pesos por sueldos y aguinaldo. ¿Cómo se dio esa transformación? Ya no son ciudadanos simples, ahora son apéndices de los partidos políticos y alegan tener muchísimo trabajo, tanto que se creen acreedores a ser quienes, de lejos, ganan más dinero que cualquier burócrata e incluso que muchos empresarios. En ligero descenso, vienen los consejeros del INAI, quienes deben orientarnos sobre el acceso a la información y la transparencia; también debieran ser ciudadanos distinguidos que ahora son burócratas de élite. Este fin de año recibirán 604 mil 500 pesos cada uno.
Sí, estamos hablando de sectores que no deberían estar animados por el espíritu de ganancia. Cuando el magistrado, el artista, el servidor público, el soldado son dominados por la nube de la abundancia y del exceso, la sociedad se ve amenazada. Adam Smith decía que “en el espíritu de ganancia, la elevación del espíritu se vuelve imposible, se desprecia a la instrucción y la inteligencia se encoge para dar lugar a la voracidad”.
Nuestros legisladores, no olvidarlo, son nuestros representantes, ahogados en la autonomía que les da ser uno de los tres poderes, se han asignado aumento a su dietas, pagos por comisiones, aguinaldos, asistencia legislativa, vales para despensas, aguinaldo por atención ciudadana, apoyo al personal de gestión, gastos de celulares, gasolina, varios vehículos y sueldos para asesores, asistentes, secretarias, mozos y amigos.
A cada diputado, haya presentado iniciativas o no, esté despierto o dormido, le tocarán 387 mil 955 pesos. Esto significa para los 500 diputados, una bolsa de 195 millones de pesos. Para los señores senadores la Navidad será de ensueño, pues con su respectivo pavo recibirá cada uno de los 128 senadores la cantidad de 551 mil 400 pesos; es decir, se repartirán 70 millones 621 mil pesos.
Por supuesto, los altos funcionarios cantarán villancicos en las posadas, pues los aguinaldos serán suculentos para compensar el arduo trabajo que les toca desempeñar. Las reservaciones ya están hechas y se irán a gozar de merecidas vacaciones a Nueva York, Roma o Buenos Aires; otros a las playas mexicanas o de Estados Unidos, siempre que cuenten con club de golf.
Al mismo tiempo, otro tipo de Navidad y Año Nuevo se dará en los riscos de Chiapas, en las selvas de Guerrero, en las montañas de Oaxaca y en las riberas de los lagos de Michoacán.
¿Cómo se fabrica el encono contra la clase gobernante; cuál es la escala de valores que da lugar al voraz aprovechamiento de bienes que son de la sociedad; qué motiva la violencia que recorre a la nación?
¿Sigue siendo válido que la patria es una asociación voluntaria de hombres iguales o eso ya es obsoleto y ha sido suplido por una élite que, como los romanos, ignora, engaña y domina a quienes buscan otra vida y la emancipación?
¿Dónde está el sentido mismo del interés general y del servicio público?
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