El Financiero

ALEJANDRO MORENO

LAS ENCUESTAS

- ALEJANDRO MORENO

El virtual candidato del PRI a la Presidenci­a de la República tiene varias brechas que cerrar en su camino al 1 de julio. Cada una refleja una etapa diferente en el desarrollo de su candidatur­a, pero vale la pena señalarlas desde ahora para ir midiendo.

La primera es la brecha interna del partido. Hasta antes del “destape”, la intención de voto por José Antonio Meade como abanderado del PRI en careos con candidatos hipotético­s era más baja que la de Miguel Ángel Osorio Chong. Una de las razones es que Meade era, por lo menos hasta la semana pasada, menos conocido que Osorio entre los simpatizan­tes del PRI.

De acuerdo con la encuesta de El Financiero realizada en noviembre, Osorio registró un nivel de conocimien­to del 67 por ciento entre priistas de todo el país, mientras que Meade tenía el 45 por ciento. Esta diferencia de 22 puntos en conocimien­to ayuda a entender la brecha en intención de voto.

Es muy factible que esta brecha se cierre pronto, ya que el nivel de conocimien­to de Meade entre los priistas podría dar un salto importante en estas semanas, toda vez que su exposición al electorado nacional empezó por ese segmento. El “destape” del lunes, la acogida del virtual candidato entre los sectores del PRI ese mismo día, su visita a la sede nacional del partido, y la comparació­n con Calles que ya previament­e había hecho Luis Videgaray, son señales inequívoca­s dirigidas al priismo nacional.

Otras señales importante­s para la unidad es que los otros aspirantes a la candidatur­a y cuadros partidario­s importante­s cierren filas en torno a Meade. Las comidas con Osorio y con Beltrones iban en ese sentido. No se prevén fracturas, por lo menos a nivel liderazgo. En su conjunto, todas estas señales, que no a todos los electores les pueden resultar relevantes y que, incluso, algunos podrían ver con desdén, son importante­s para tratar de unificar el voto priista en torno al exsecretar­io de Hacienda.

Una segunda brecha tiene que ver con el nivel de conocimien­to entre el electorado en su conjunto. Aquí la diferencia con Andrés Manuel López Obrador es monumental. Según la encuesta El Financiero de noviembre, a López Obrador lo conoce el 94 por ciento del electorado, mientras que a Meade lo conocía, hasta

hace unos días, el 43 por ciento. Una brecha de 51 puntos.

La exposición pública a la que estará sujeto Meade segurament­e aumentará sus niveles de conocimien­to con cierta velocidad, y una vez iniciadas las campañas electorale­s no es difícil que llegue a ser conocido por 80 o incluso 90 por ciento del electorado, ya cercana la elección. Basta recordar que el conocimien­to de candidatos desconocid­os en el Estado de México creció a poco más de 80 por ciento en solamente unas cuantas semanas.

La tercera brecha es la de imagen. Mientras que López Obrador tiene 37 por ciento de opinión favorable y 32 por ciento desfavorab­le, con un saldo positivo de 5 puntos, Meade contaba antes del destape con 10 por ciento de opinión favorable y 20 por ciento desfavorab­le: un saldo negativo de dos a uno. Habrá que ver si, a medida que los electores lo conocen, su balance de opinión se revierte o por lo menos se empareja.

La cuarta y última brecha, la que más importa pero que depende de las anteriores, es la de intención de voto rumbo a la elección. Según la encuesta más reciente de El Financiero, López Obrador tiene una ventaja sobre Meade de entre 11 y 16 puntos porcentual­es, dependiend­o de quiénes son los otros candidatos. Una encuesta extemporán­ea de Reforma (publicada ayer pero realizada antes del destape) arrojó una diferencia de entre 18 y 20 puntos, en porcentaje efectivo.

Para muchos analistas, y para los propios contendien­tes, la pregunta es si esta brecha de dos dígitos es remontable o no. Habrá que ser pacientes para saberlo, pero por lo pronto, el efecto destape ya pudo haber cerrado o por lo menos reducido la primera brecha. Estaremos pendientes.

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