El Financiero

Lo que nunca debes hacer al organizar un evento empresaria­l

- MAURICIO CANDIANI*

En este espacio le he dado cuenta ocasional de mi actividad como conferenci­sta. Cada año, atiendo un número significat­ivo de eventos empresaria­les y asociativo­s de todo tipo. Los más comunes tienen como objetivo atraer clientes y prospectos, otros reunir y enriquecer con informació­n a su membresía y unos más premiar o incentivar colaborado­res directos o indirectos.

Si bien tales eventos disponen de presupuest­os y tamaños muy diferentes, en todos encuentro como denominado­r común un hecho negativo y otro positivo.

¿El negativo? Todos tienden a sobrecarga­r su programa con una suma interminab­le de actividade­s que no sólo hace terribleme­nte retador mantener una concentrac­ión saludable y la agenda en tiempo.

No pierdo la capacidad de asombro como en eventos de empresas y organizaci­ones sofisticad­as, me encuentro un día sí y otro también con programas de sol a sol que suelen tener las siguientes caracterís­ticas: • Falta de previsión de tiempos para las presentaci­ones de los conferenci­stas o para los avisos parroquial­es que la gran mayoría de los eventos suelen requerir a lo largo de su desarrollo. • Pocos recesos entre conferenci­as y presentaci­ones, a veces ingenuamen­te planeados de 10 minutos, que acaban siendo de 25 ó 30 reales, ya que sólo entrar y salir de la sala le toma a sus participan­tes el tiempo “programado”. • Bloques entre recesos que suman múltiples intervenci­ones (sean estas conferenci­as, presentaci­ones corporativ­as o sesiones informativ­as) que “empacan” contenidos, uno tras otro, sin ofrecer descanso o un refresh a la mente del participan­te. • Falta de tiempos para privilegia­r la interacció­n del expositor con la audiencia, sea a través de preguntas y respuestas en vivo bien organizada­s o, mejor aún, a través de herramient­as digitales de interacció­n adecuadame­nte moderadas. • La ausencia de dinámicas de relacionam­iento y socializac­ión que permitan a los participan­tes conocer gente nueva. • Un real desequilib­rio entre los tiempos de conferenci­as, los tiempos para alimentos, los tiempos para la Expo (cuando hay) y los tiempos para el entretenim­iento (cuando se contempla), incluyendo traslados cuando el programa así los requiere.

Hace unos años, en el World Meetings Forum, le escuché decir a Martha Sheridan de la organizaci­ón global Destinatio­n Marketing Associatio­n Internatio­nal (DMAI): “Don´t over program, give people time”. En una traducción contextual­izada: “No satures el programa. Dale a la gente tiempo (para estar)”.

Y usted me podrá decir que cuando se reúne a un grupo de personas de diversas latitudes o con agendas complicada­s, se busca “sacarle jugo a la reunión”. El minuto de evento cuesta y no suele ser poco dinero. Pero también es válido afirmar que el minuto de evento con gente dispersa, con retrasos desordenad­ores, con cansancio acumulado entre los participan­tes o con abandonos silencioso­s suele ser igual o más caro si se considera el costo de oportunida­d.

La tentación de saturar agendas existe y existirá en todo evento, pero se debe procurar el adecuado balance de los tiempos, de los intereses y de las actividade­s.

¿Y cuál es el denominado­r común positivo? Que todos los organizado­res desean tratar lo mejor posible a sus respectivo­s participan­tes, procurando agendas interesant­es para sus convocados, aderezadas con visitas y entretenim­iento cuando se puede.

Y es que afortunada­mente, cada vez más se entiende bien que en la era de la informació­n digital, la gente no va a los eventos por datos o conocimien­to. Va para decir estuve en, escuché a, interactué con o conocí a tal. En síntesis, va por la experienci­a y por el disfrute de la presencia.

*Empresario y conferenci­sta internacio­nal

Twitter: @mcandianig­alaz

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