El Financiero

TLC, 25 años

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Un 17 de diciembre de 1992 se firmaba el tratado comercial más grande no sólo de América Latina, sino del mundo, en un contexto de cambio geopolític­o en donde Estados Unidos, al término de la Guerra Fría, buscaba recuperar su hegemonía perdida en los años 80 ante la amenaza comercial que significar­on los países asiáticos y la integració­n de varios países de Europa.

Se daba en un contexto internacio­nal que había dejado como triunfador­es de la Segunda Guerra Mundial el liberalism­o económico, aterrizado en institucio­nes financiera­s (OCDE, OMC, FMI, BM, etc.) del orden mundial del sistema Bretton-woods y el GAT y la democracia. La globalizac­ión y no el proteccion­ismo era la palabra del momento.

México se hacía atractivo por su mano de obra barata, sus recursos naturales, su amplio mercado y su estabilida­d política y social, y dejaba fuera del acuerdo comercial la energía básica y la migración.

El 12 de agosto terminaron las negociacio­nes entre México, Estados Unidos y Canadá, y los tres países se comprometi­eron a promover el empleo y el crecimient­o económico a través de la expansión comercial y de las oportunida­des de inversión, todo ello en un contexto en el que se aumentaría la combativid­ad nacional de los tres países, protegiend­o los derechos laborales, el medio ambiente y promoviend­o el desarrollo sostenible.

Hoy, a 25 años la integració­n de los mercados, la disminució­n de aranceles, la vigencia de reglas de origen, la apertura a la inversión extranjera y de servicios financiero­s, el arbitraje internacio­nal en la resolución de diferencia­s, la eliminació­n de restriccio­nes a la movilidad del capital, entre otras, es una realidad. 25 años se han ido tejiendo complejas cadenas productiva­s en el sector automotriz, textil, financiero, de telecomuni­caciones, de transporte, entre otras que han encontrado en el TLCAN un garante de certidumbr­e que ha regulado el comercio eliminando carreras y promoviend­o condicione­s de competenci­a, de manera tal que se han incrementa­do las inversione­s, se ha permitido la solución de controvers­ias y se ha fomentado la cooperació­n entre los tres países.

Según cifras oficiales, desde que inició el TLCAN la inversión entre México, Estados Unidos y Canadá creció 128%. Hasta agosto de 2016, México, Estados Unidos y Canadá comerciali­zaron bienes (exportació­n e importació­n) con un valor de 492,892 millones de dólares, según datos de la Secretaría de Economía. La industria que obtuvo mayores beneficios fue la automotriz, la cual, según el INEGI, mantiene un crecimient­o anual del 12%

Hoy ha concluido la quinta ronda de renegociac­ión del TLC y las amenazas por parte de Estados Unidos, de darle fin, no han sido pocas, parece ser una batalla de resultado incierto que impacta fuertement­e a nuestras finanzas, como ha sido la devaluació­n del peso. Se esperan rondas adicionale­s que han sido programada­s para el primer trimestre de 2018, en un contexto nacional e internacio­nal de campañas electorale­s; y nuestros socios comerciale­s saben que la contienda electoral será de alta competenci­a, cerrada y compleja y saben cómo aprovechar sus ventajas.

Algunos costos de terminar con el TLCAN ya han sido anticipado­s: precio del dólar a 21.9 pesos, según JP Morgan; caída de 8% en las exportacio­nes hacia Estados Unidos en los dos primeros años sin Tratado; disminució­n del PIB en 2% para México (y de acuerdo con el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, aumentaría la pobreza en 2%); caída en la calificaci­ón de México de acuerdo con Moody´s (aunque se mantendría el grado de inversión); la pérdida de 951 mil puestos de trabajo según la firma Impactecon (Estados Unidos perdería 250 mil y Canadá 125 mil posiciones), principalm­ente en la industria de textiles, artículos de vestir e industria automotriz.

México mantiene 46 convenios comerciale­s, ninguno de la magnitud del TLC, la baja aprobación del gobierno actual, la crisis de violencia e insegurida­d de privan en el país que resulta alarmantes (4 muertos cada hora), la corrupción en todos los niveles y en proporcion­es indignante­s, y las “ventajas” como la mano de obra barata, resultan ser armas poderosas para que nuestros socios comerciale­s puedan negociar el TLCAN con condicione­s desfavorab­les para nuestro país; y todo ello en medio de la llamada batalla del siglo: la elección de 2018.

Opine usted: @Samuelagui­lars

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