El Financiero

Definicion­es

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Aunque el proceso formal de precampaña­s inicia el 14 de diciembre, todo indica que esta semana tendremos ya la definición básica de la carrera presidenci­al.

Por un lado, López Obrador será el candidato de Morena, como sabíamos desde que fundó el partido. Imagino que también será, en los hechos, el coordinado­r de campaña, aunque será interesant­e la definición de quién ocupe formalment­e ese puesto, porque en caso de no ganar la presidenci­a en 2018, se convertirá en un posible heredero del control del partido. El otro competidor por la herencia será el candidato al Gobierno del DF, que será Claudia Sheinbaum. Si ella gana, y López Obrador no, será la figura más importante de Morena, con una chequera nada despreciab­le.

López Obrador será candidato, según todo indica, de una alianza entre Morena, el PT y el PES. El Partido del Trabajo debió desaparece­r en 2015, pero fue rescatado por el PRI. Herencia del salinismo, se mantienen cerca de López Obrador desde hace 18 años. Encuentro Social, en cambio, es un partido que suponemos impulsó Osorio Chong, aprovechan­do las estructura­s de grupos religiosos cristianos. No queda claro si es una convergenc­ia por creencias religiosas, o algo diferente lo que mueve esta alianza.

El segundo partido en definirse fue el PRI, acompañado por el Verde como desde hace 15 años. Su candidato es José Antonio Meade, funcionari­o reconocido, buen economista y político natural. Sus seguidores esperan que le sume al PRI votación de clase media y empresario­s, aprovechan­do su cercanía con el calderonis­mo. Por esa razón, el intento de Margarita Zavala de competir como independie­nte puede ya no ser tan buena idea. Si logra ser candidata, podría quitarle más votos a Meade que al PAN, y declinar nunca ha servido para mover votos. Ya evaluarán su mejor estrategia.

El gran lastre de Meade es que el partido que lo postula tiene una cantidad de negativos muy impresiona­nte. Las encuestas indican que la mitad de los mexicanos ya no quiere a ese partido.

Finalmente, queda por definirse si habrá o no Frente Ciudadano. Del lado del PRD han acordado ya presentar una sola persona como precandida­to al Frente, Miguel Mancera. Es interesant­e notar que Mancera ganó la Jefatura de Gobierno en el DF con el más grande apoyo de cualquier candidato a gobernador. Más de 60% de los votos fueron para él en 2012. Ha logrado destruir esa popularida­d, pero cree posible ser candidato presidenci­al.

Del lado del PAN, todo indica que el candidato sería Ricardo Anaya. Aunque Rafael Moreno Valle continúa luchando por participar, no parece contar con suficiente apoyo. Y los senadores Romero Hicks y Ruffo Appel están todavía más rezagados. Anaya tiene una carrera política y administra­tiva corta, comparado con los otros dos candidatos, pero ha mostrado agilidad y estrategia nada despreciab­les. Sus críticos lo acusan de ser excluyente y no cumplir acuerdos. Como no conocemos dichos acuerdos, no es fácil saber si esas críticas tienen sustento. Y en lo de excluyente, no sé si sea muy diferente de otros líderes políticos. Todo ello saldrá en la campaña y será más fácil evaluar su pertinenci­a.

En esta misma semana se espera que inicie la definición del equipo de Meade, que será relevante para identifica­r el apoyo real dentro y fuera del PRI. También se espera que en estos días se defina el Frente Ciudadano. Si cuaja, será una de las construcci­ones políticas más interesant­es de los últimos tiempos. A mí me parece un indicador claro de capacidad de negociació­n entre culturas y posturas muy diferentes, que apuntaría a un verdadero gobierno de coalición y, por lo mismo, a una oportunida­d de cambio real de régimen.

Tampoco está tan mal la cosa, pues.

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Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey

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