¿Qué más pruebas necesitamos?
@jrisco En siete meses habrá elecciones presidenciales en México. La apuesta del PRI para no dejar nuevamente Los Pinos –si es que la llegada de Vicente Fox ahora puede contarse realmente como alternancia– ya está hecha; los escenarios ya están listos para una nueva batalla electoral, ¿y nosotros? ¿Esta vez estamos listos para ver TODAS las señales frente a nosotros?
La noticia sobre que la empresa brasileña Odebrecht hubiera dado sobornos en México por un poco más de 10 millones de dólares, a cambio de ser favorecidos con contratos, fue conocida en México hace aproximadamente un año, cuando trascendió el contenido del acuerdo de admisión de culpabilidad que los directivos de la empresa hicieron con el Departamento de Justicia estadounidense. Hasta ese momento ningún nombre fue revelado.
En abril de este año, a través de una publicación en Brasil, el nombre de Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, fue ligado por primera vez a uno de los casos de corrupción más emblemáticos de los últimos años en el mundo. En ese momento, por supuesto, el priista cercano al presidente Enrique Peña Nieto negó vínculos y hasta se ofendió.
En agosto, investigaciones periodísticas de Quinto Elemento Lab y de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad nos dieron más piezas del rompecabezas de complicidad entre la empresa, que ya había confesado los sobornos, y el alto funcionario mexicano, bajo cuya administración en Pemex se favoreció con contratos a modo a la trasnacional.
No sólo se supo entonces del soborno, sino de apoyo económico para la campaña presidencial del 2012, que regresó al tricolor a Los Pinos.
Ocho meses de una investigación y hasta ese momento el entonces titular de la PGR, Raúl Cervantes, también priista y también ligado a la campaña del 2012, omitió el deber constitucional de investigar el hecho. ‘No tenemos los documentos, a nosotros no nos han llegado esas pruebas…’, uno y mil pretextos.
Antes de renunciar, hace 51 días, Cervantes prometió avances en una investigación que dijo ‘compleja por sus alcances internacionales’, avance que hasta hoy no se ha visto reflejado. ¿Y Lozoya? Defendiendo su presunta inocencia y asegurando incluso demandar a quienes manchen su nombre.
Esta semana, nuevamente a través de una investigación periodística, ya no sólo se sabe de una supuesta declaración que inculpa a Lozoya, sino se da a conocer un video del exdirector de Odebrecht en México, Luis Alberto Meneses Weyll, quien no sólo dice haber sobornado al priista, sino que detalla su relación desde 2009 y cómo es el mexicano quien pide ‘la propina’, en 2012, por el ‘apoyo’ que ha dado a los brasileños.
No habla sólo de un soborno, sino revela la estrategia que Odebrecht se planteó para hacer ‘una inversión y una apuesta’, para mantener el vínculo con un candidato que, parecía, sería el siguiente Presidente en México.
Datos también revelados por el periodista Raúl Olmos nos muestran transferencias puntuales hechas a empresas relacionadas con Lozoya en fechas en que México se encontraba en campaña. Y un dato que el periodista no deja pasar por alto: transferencias millonarias en una época en la que a la cabeza de la Secretaría de Hacienda estaba el nuevo rostro de la promesa tricolor: José Antonio Meade. ¿De verdad no notó esas irregularidades?
Una confesión de uno de los responsables no ha sido suficiente en México para, al menos, abrir una investigación seria, cuando en al menos cinco países hay desde senadores hasta expresidentes presos. Una PGR que peca o de incompetencia o de colusión.
Doce meses de una revelación tras otra. ¿Qué más pruebas necesita la Procuraduría?
Qué más pruebas necesitamos nosotros para entender que los siete meses que restan antes de nuestra elección, no van a transformar a un partido que lleva ocho décadas aprendiendo el fino arte de cambiar de rostro sexenio tras sexenio para replicar ese sistema de corrupción que les garantice perpetuar la impunidad y el poder.
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