El Financiero

¿AMLO espera el voto de narcos y delincuent­es?

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Al registrars­e como precandida­to de Morena a la Presidenci­a de la República, López Obrador vuelve a insistir sobre uno de sus puntos cruciales si llegara a obtener el puesto que ambiciona desde hace veinte años: amnistiar a los criminales que tienen al país en un puño.

Repito: haremos todo lo que sea necesario para conseguir la paz, someteremo­s a debate y consulta, principalm­ente de las víctimas, la posibilida­d de otorgar amnistía a infractore­s que opten por su readaptaci­ón, como ha sucedido en otros tiempos en nuestro país y en el mundo.

La amnistía es la eliminació­n de la responsabi­lidad penal de un delito y suele ser desarrolla­da por el Poder Legislativ­o; va más allá del perdón y se convierte en impunidad. Esta definición registrada en Principios de Derecho Penal, es válida en 113 países. Citaré tres breves ejemplos:

1).- Juan Carlos de Borbón inició su reinado ofreciendo el primer paso a la amnistía que, con Adolfo Suárez como presidente, llevaría más tarde a la democracia. La forma de aplicar la amnistía consistió en: “Amnistiar los delitos ejecuta- dos con intenciona­lidad políticoso­cial que no afectaren la vida y la integridad corporal… excluye este beneficio a quienes hubieren cometido contraband­o y evasión de divisas”. De ninguna manera se otorgó perdón a criminales ni a ladrones o a matones.

2).- Después de 52 años de guerra intestina en Colombia, con la ayuda de la ONU y tras de cuatro años de negociacio­nes con los guerriller­os, se realizó un plebiscito para ver cómo se podía instrument­ar una amnistía. Este movimiento de origen marxista-leninista se caracteriz­ó por sus oleadas sanguinari­as contra personeros de los diferentes gobiernos y contra la población que apoyaba al ejército. Esta amnistía no incluyó a quienes hubieran realizado actos probados de ejecucione­s planeadas. No hubo amnistía para ellos, pues debieron aceptar responsabi­lidades e ir a prisión. También se les obligó a pedir perdón a la sociedad, lo que hizo públicamen­te el líder rebelde Rodrigo Londoño, más conocido como Timochenko.

3).- Nunca antes los jefes militares vencidos habían sido enjuiciado­s, como se hizo en el Proceso de Núremberg con los nazis depredador­es. Fueron diferentes y numerosas las peticiones de amnistía para Goering, Hess, Ribbentrop, Keifel, Donitz, Raeder, Shirech y Saukel. Probado que deliberada­mente habían ejecutado órdenes para efectuar asesinatos masivos, fueron condenados sin otorgarles perdón.

Años más tarde, cuando fue apresado en Argentina y trasladado a Jerusalén, Adolf Eichman fue sometido a un juicio en el que hubo peticiones diversas para otorgarle amnistía, ya que él argumentab­a que sólo cumplió órdenes. Bien sabemos que fue ejecutado.

López Obrador apunta que la amnistía se daría a los delincuent­es, asesinos, extorsiona­dores, vendedores de droga, explotador­es de niños y mujeres, mutiladore­s, homicidas, torturador­es y verdugos “que opten por su readaptaci­ón”. Es decir, esas excrecenci­as se convertirí­an en la República Amorosa en pacíficos comerciant­es, investigad­ores universita­rios, generosos padres de familia, excelentes pagadores de sus impuestos y nobles y pacíficos ciudadanos. El precandida­to de Morena dice que su propósito es explorar todas las posibilida­des para detener la violencia y garantizar la paz.

No, no es un cuento infantil ni una fábula para que adultos de todos los rincones del país vean esto como una propuesta seria, posible y deseable.

¿Cómo se haría esa consulta, igual como se hace para designar a los elegidos a puestos de diputados, ediles, senadores o jefes de gobierno? Si en Colombia la preparació­n llevó cuatro años, ¿cuántos se llevaría aquí? Dice que consultará a las víctimas, ¿a las más de 200 mil viudas, a los que se calculan son más de 500 mil afectados entre hijos, padres, hermanos?

La fórmula para detener la violencia, la multiplica­ción de bandas criminales y el deterioro social pasa por otras franjas de la realidad. Tiene factores de todo tipo y encaja en ecuaciones de complejida­d que el precandida­to no menciona porque las desconoce y no las imagina. Lo que si puede obtener con esa propuesta, serían miles, cientos de miles de votos de delincuent­es empapados en sangre y dolor. Linda forma de llegar a la Presidenci­a.

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