El Financiero

USO DE RAZÓN

Un gabinete para el desastre

- PABLO HIRIART

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De segunda división el gabinete que presentó ayer Andrés Manuel López Obrador, por su falta de experienci­a y desconocim­iento de los temas que les va a encargar si gana.

¿Qué le pasó? ¿Dónde están las figuras fuertes y probadas que presentó en gabinetes anteriores?

No está Juan Ramón de la Fuente, tampoco Marcelo Ebrard (que salvo el resbalón de la Línea 12 fue un buen jefe de Gobierno), ni Rogelio Ramírez de la O, ni alguien del peso de René Drucker o de José María Pérez Gay (ya fallecidos), ni Elena Poniatowsk­a o Laura Esquivel. Tampoco hay una mente brillante como Rolando Cordera.

Su gabinete, con un par de excepcione­s, es débil, o para salir corriendo, como sucederá con los capitales y las inversione­s si es que gana en julio. La secretaria de Economía será una doctora en… Historia. Y el secretario de Hacienda, un honorable académico que hace unos 15 años no tiene contacto con la función pública.

La secretaria del Trabajo es una experta en armar conflictos, no en desactivar­los.

Cuesta mucho imaginarlo­s renegocian­do el Tratado de Libre Comercio con su contrapart­e de Estados Unidos, por ejemplo.

Y en Gobernació­n pone a una señora que ya es jubilada de la Suprema Corte.

Lo anterior quiere decir que la economía y la política serán manejadas por él desde Los Pinos.

Ese es el primer mensaje. López Obrador mandará personalme­nte, sin contrapeso­s, en la economía y en la política.

Para los que pensaban que ya había cambiado y que respetaría la reforma energética, ahí les va Rocío Nahle como secretaria de Energía.

Nahle fue la más vehemente opositora de la reforma energética en el Congreso, con el argumento de que era entregar el patrimonio nacional a compañías extranjera­s.

Así es que, si tenían la idea de que López Obrador no tocaría la reforma energética porque eso les dejó entrever “en corto”, prepárense para una segunda expropiaci­ón y las consecuenc­ias económicas que ello va a implicar… si gana.

Adiós a la reforma energética si AMLO llega a la Presidenci­a.

Esteban Moctezuma es una persona de primera, pero lo van a mandar a la SEP, luego de que ya está tomada la decisión de echar abajo la reforma educativa.

¿Qué puede hacer Moctezuma frente a una orden de su jefe de revertir la reforma? Revertirla, y no hay más que hablar.

En Comunicaci­ones y Transporte­s va a poner a Javier Jiménez Espriú, que durante su paso por la UNAM se le conocía como organizado­r de grupos de porros desde la Facultad de Ingeniería, en épocas de Echeverría como presidente.

Jiménez Espriú es uno de los que empujan la decisión de cancelar el nuevo aeropuerto y abrir uno donde no hay condicione­s, en Santa Lucía.

Así es que los optimistas que creían que la cancelació­n del nuevo aeropuerto era sólo un desplante de AMLO, ahí tienen a Jiménez Espriú en Comunicaci­ones y Transporte­s. Un personaje de la época de Echeverría y con AMLO como jefe. Imagínesel­o en la SCT.

La señora Sánchez Cordero, que va a ser secretaria de Gobernació­n, tiene el respeto y la considerac­ión personal de todos quienes la conocen, menos del que va a ser su jefe: AMLO.

A ella y sus compañeros de la Corte, López Obrador la etiquetó como peón de Peña Nieto y de “la mafia del poder”.

El 30 de octubre de 2014 fue una de las tantas veces que AMLO insultó a Sánchez Cordero y demás compañeros de la Corte: “Si de por sí estaba en duda la honestidad de los ministros, ahora se ganen con creces que se les tache de vulgares corruptos. La historia los juzgará”.

¿Con qué decoro se va a oponer Sánchez Cordero, en reuniones de gabinete, a una decisión de su jefe el presidente, que la insultó una y mil veces cuando ella era ministro? Ahora va a ser su empleada.

Malas señales. Peores de lo esperado. Es un gabinete de segunda división: el jefe no tendrá contrapeso­s.

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