La reforma fiscal no es como la pintan
Los republicanos y el gobierno de Trump le han puesto gran énfasis a la parte de la reforma fiscal que tiene que ver con la reducción de la tasa corporativa federal del 35 al 21 por ciento.
Sin embargo, como sabemos desde que nos enseñan ‘quebrados’ en la primaria, el resultado de un ‘quebrado’ depende del valor tanto del numerador como del denominador.
Si el pago efectivo de impuestos es el valor del ‘quebrado’, hasta ahora todo el énfasis se ha puesto en el numerador, la tasa impositiva. Pero se ha hablado poco de cómo se afectado el denominador, la base impositiva.
Los cambios más importantes en la determinación de la base impositiva tienen que ver con una reducción de las deducciones.
En el régimen vigente no hay límite a la deducción de intereses para las empresas. Con la reforma se limita al 30 por ciento del EBITDA desde 2018 hasta 2021 y al 30 por ciento del EBIT (es decir, excluyendo depreciación y amortización), en adelante.
Tax Foundation estima que la reducción de estos rubros y otros deducibles de la base de tributación de las empresas, implicarán una carga fiscal adicional de 1 billón 11 mil millones de dólares.
En conjunto, este ‘Think Tank’ fiscal estima que el efecto global de la reforma fiscal sobre los negocios se traducirá en una reducción del pago de impuestos en 373 mil millones de dólares para una década.
Es decir, las empresas dejarían de pagar 37 mil 300 millones de dólares anuales, el equivalente al 0.17 por ciento del PIB por año… lo que no es nada espectacular.
Una parte muy importante de la reducción impositiva corresponde a los impuestos a las personas físicas. Y, especialmente a los grupos de mayores ingresos.
El análisis que referimos de Tax Foundation, estima en 1 billón 338 mil millones de dólares el beneficio para las personas físicas.
El problema es que se estima que el 45 por ciento de los beneficios corresponden al 1 por ciento de los contribuyentes de mayores ingresos.
Y, más allá de consideraciones éticas, cuando los beneficiarios son los más ricos, el efecto positivo para la economía es más limitado porque el porcentaje del ingreso adicional que se va a ir al consumo va a ser bajo.
Hay otro ingrediente que no puede dejarse de lado: el crecimiento del déficit público.
De acuerdo con la mayor parte de los análisis, el déficit público podría incrementarse en, al menos, 0.8 por ciento del PIB cada año, lo que se suma al 4 por ciento que ya existe en este momento.
El mayor déficit implicará una mayor demanda de financiamiento que presionará al alza a las tasas de interés.
Pero, además, como la economía de EU se encuentra hoy cerca del pleno empleo, una política fiscal expansionista puede dar lugar a presiones inflacionarias que serían otro motor del incremento en las tasas de interés.
Para ponerlo en dos palabras, quienes celebran con bombo y platillos la reforma fiscal de Trump, vale la pena que la vean con detalle y que valoren los costos y beneficios.
Pero, además, es conveniente también ver con lupa el impacto local en los negocios.
Creo que ese impacto se ha sobreestimado y no se ha hecho un análisis objetivo de las implicaciones en cada negocio, para que los planteamientos tengan base técnica y no simplemente sean opinión política.
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