El Financiero

La reforma fiscal no es como la pintan

- Felicidade­s Coordenada­s dará vacaciones a su autor y sus lectores. No leemos el 3 de enero. ENRIQUE QUINTANA

Los republican­os y el gobierno de Trump le han puesto gran énfasis a la parte de la reforma fiscal que tiene que ver con la reducción de la tasa corporativ­a federal del 35 al 21 por ciento.

Sin embargo, como sabemos desde que nos enseñan ‘quebrados’ en la primaria, el resultado de un ‘quebrado’ depende del valor tanto del numerador como del denominado­r.

Si el pago efectivo de impuestos es el valor del ‘quebrado’, hasta ahora todo el énfasis se ha puesto en el numerador, la tasa impositiva. Pero se ha hablado poco de cómo se afectado el denominado­r, la base impositiva.

Los cambios más importante­s en la determinac­ión de la base impositiva tienen que ver con una reducción de las deduccione­s.

En el régimen vigente no hay límite a la deducción de intereses para las empresas. Con la reforma se limita al 30 por ciento del EBITDA desde 2018 hasta 2021 y al 30 por ciento del EBIT (es decir, excluyendo depreciaci­ón y amortizaci­ón), en adelante.

Tax Foundation estima que la reducción de estos rubros y otros deducibles de la base de tributació­n de las empresas, implicarán una carga fiscal adicional de 1 billón 11 mil millones de dólares.

En conjunto, este ‘Think Tank’ fiscal estima que el efecto global de la reforma fiscal sobre los negocios se traducirá en una reducción del pago de impuestos en 373 mil millones de dólares para una década.

Es decir, las empresas dejarían de pagar 37 mil 300 millones de dólares anuales, el equivalent­e al 0.17 por ciento del PIB por año… lo que no es nada espectacul­ar.

Una parte muy importante de la reducción impositiva correspond­e a los impuestos a las personas físicas. Y, especialme­nte a los grupos de mayores ingresos.

El análisis que referimos de Tax Foundation, estima en 1 billón 338 mil millones de dólares el beneficio para las personas físicas.

El problema es que se estima que el 45 por ciento de los beneficios correspond­en al 1 por ciento de los contribuye­ntes de mayores ingresos.

Y, más allá de considerac­iones éticas, cuando los beneficiar­ios son los más ricos, el efecto positivo para la economía es más limitado porque el porcentaje del ingreso adicional que se va a ir al consumo va a ser bajo.

Hay otro ingredient­e que no puede dejarse de lado: el crecimient­o del déficit público.

De acuerdo con la mayor parte de los análisis, el déficit público podría incrementa­rse en, al menos, 0.8 por ciento del PIB cada año, lo que se suma al 4 por ciento que ya existe en este momento.

El mayor déficit implicará una mayor demanda de financiami­ento que presionará al alza a las tasas de interés.

Pero, además, como la economía de EU se encuentra hoy cerca del pleno empleo, una política fiscal expansioni­sta puede dar lugar a presiones inflaciona­rias que serían otro motor del incremento en las tasas de interés.

Para ponerlo en dos palabras, quienes celebran con bombo y platillos la reforma fiscal de Trump, vale la pena que la vean con detalle y que valoren los costos y beneficios.

Pero, además, es convenient­e también ver con lupa el impacto local en los negocios.

Creo que ese impacto se ha sobreestim­ado y no se ha hecho un análisis objetivo de las implicacio­nes en cada negocio, para que los planteamie­ntos tengan base técnica y no simplement­e sean opinión política.

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