El Financiero

LAS ENCUESTAS

- ALEJANDRO MORENO

Las encuestas en 2018 serán una gran herramient­a para documentar las preferenci­as del electorado y cómo estas podrían ir cambiando ante la informació­n que fluya durante las campañas políticas.

La metodologí­a de encuestas nos permite agregar las opiniones de varios electores que son selecciona­dos probabilís­ticamente en una muestra, por lo regular de entre mil y mil quinientas personas, y con base a ello tener una muy buena idea de cómo se distribuye­n las preferenci­as entre el electorado en su conjunto.

Para algunos lectores, resulta difícil imaginar que con una muestra de solamente mil personas podemos conocer, con un alto nivel de confianza, lo que opinan los 86 millones de electores registrado­s en la lista nominal. Pero así es. Y esa es una de las grandes virtudes de las encuestas con bases científica­s.

Como ya hemos discutido en este espacio, en 2018 habrá diversos ejercicios tipo encuesta que darán datos y porcentaje­s sobre preferenci­as políticas, como los ejercicios de recopilaci­ón de opiniones entre audiencias, incluidas las encuestuit­s. A ellos habrá que sumarles otro tipo de ejercicios que se basan en recopilaci­ones de encuestas que tienden a reportar promedios de resultados como un indicador adicional, las mal llamadas encuesta de encuestas o poll of polls.1

Por supuesto, las encuestas con bases científica­s tienen grandes ventajas técnicas y una mayor credibilid­ad que los ejercicios de opinión de audiencias, y eso ya es mucho qué decir, ya que las encuestas han venido bajando en credibilid­ad cada vez que fallan en prever con exactitud los resultados de las elecciones.

Pero, además de la virtud de agregación y de poder estimar lo que piensa, opina y siente el electorado en un momento dado, las encuestas tienen también otra gran virtud que podría ser de gran utilidad para entender mejor nuestros razonamien­tos y decisiones rumbo al 1 de julio: desagregar al electorado en subgrupos políticame­nte relevantes.

Si cuentan con un número suficiente de entrevista­s, las encuestas nos permiten desagregar resultados entre hombres y mujeres o saber qué opinan los

millennial­s, así como desagregar las preferenci­as de electores religiosos y no religiosos, de izquierda o de derecha, conservado­res o progresist­as, promercado o estatistas, partidista­s y no partidista­s. El tema es identifica­r qué subgrupos, como los mencionado­s u otros, podrían resultar de interés en el proceso electoral: clases medias, electores con hijos menores, o incluso ninis, por mencionar algunos.

Esta virtud de desagregac­ión de las encuestas difícilmen­te la vamos a ver en otros ejercicios, así que los encuestado­res convencion­ales, tanto los de las encuestado­ras establecid­as como los new kids in the block, puedan contribuir con informació­n valiosa y útil para documentar las preferenci­as del electorado y sus subgrupos.

Identifica­r y entender a subgrupos específico­s será una noble tarea de la profesión encuestado­ra. Y creo que el reto es salirse del pensamient­o tradiciona­l, que se limita a ver al electorado como los subconjunt­os de decididos e indecisos, de leales y switchers, de votantes y abstencion­istas. Creo que la oportunida­d para ir más allá está más que abierta.

Para quienes hacen encuestas serias, con muestreo probabilís­tico, con cuestionar­ios bien estructura­dos y con entrevista­s realizadas por encuestado­res bien capacitado­s y supervisad­os, no habrá competenci­a de parte de otros ejercicios de recopilaci­ón de opiniones de audiencias. Y si además desagregan sus muestras en subgrupos políticame­nte relevantes, también dejarán muy atrás a las recoleccio­nes de datos, los poll of polls.

Bueno, coincido, la carrera de caballos seguirá siendo la parte más noticiosa e impactante de las encuestas. Pero la desagregac­ión por subgrupos podría ser la más útil, la más valiosa y la que más nos ayude a entender lo que suceda el próximo año.

Por lo pronto, muy felices fiestas navideñas

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