NO PUEDEN TAPAR EL SOL
A partir de ayer, el consumo lúdico de la mariguana es legal en California. Ante el sombrío panorama de 2018, esta es una buena noticia. El proceso de legalización en Estados Unidos es ya imparable.
En 2016, el 60 por ciento de los estadounidenses estaba a favor de la legalización del consumo. Pero ese porcentaje se elevaba a 77 por ciento entre los de 18 y 34 años, en comparación con el 45 por ciento de los de 55 años y mayores. Así que el cambio generacional está teniendo un efecto arrollador.
California marca, sin duda, un punto de inflexión en este proceso. Sus 423 mil kilómetros cuadrados equivalen casi a un cuarto de México; es el estado con mayor población (39 millones); su economía es del tamaño de la francesa y dobla a la mexicana. Amén de ser la entidad más dinámica e innovadora, y funcionar como la puerta de entrada del Pacífico (China) a EU.
Las razones para legalizar la mariguana son múltiples. Pero hay una que debe subrayarse. Está anclada en los valores de los padres fundadores. El principio esencial del liberalismo es que los individuos deben gozar de total libertad para hacer con su cuerpo y su vida lo que les venga en gana, siempre y cuando no afecten a terceros.
Hay, sin embargo, otras consideraciones económicas que son de orden pragmático. El estado cobrará un 15% de impuestos sobre la venta. Y los municipios podrán añadir sus propios impuestos (10%). El gobierno de California estima que los ingresos fiscales pueden llegar a los mil millones de dólares al año.
Y no se trata de ninguna idea descabellada. Un reporte de la firma BDS Analytics estima que las ventas de cannabis ascenderán a 3 mil 700 millones de dólares en 2018, y se incrementarán hasta los 5 mil 100 millones en 2019. Como referente, vale señalar que el mercado de cerveza en California alcanzó, en 2017, 5 mil millones de dólares.
El otro elemento crucial en las iniciativas de legalización remite a la violencia y el crimen organizado. Quien lo formuló con mayor claridad y concisión fue el ministro de seguridad canadiense, Ralph Goodale: El proyecto de ley que se discute en Canadá tiene como objetivo “eliminar a los narcotraficantes y el crimen organizado del mercado del cannabis, para permitir a las autoridades enfocarse a otros delitos graves”.
En México, el retraso de nuestra clase política es patético. Enumero:
•AMLO se opone frontalmente y prefiere hablar de amnistía a tocar un tema que no entiende, entre otras razones, porque su juarismo (liberalismo) es de pacotilla.
•Margarita Zavala y El Bronco se oponen con la misma vehemencia que López Obrador. Cosa que no debe sorprender, porque comparten la visión conservadora, antiliberal, de un Estado paternalista que debe imponer valores y tratar a los ciudadanos como menores de edad.
•Meade, por su parte, es un católico conservador y prefiere, sin duda alguna, abstenerse de tocar el tema.
•Anaya adoptó una posición favorable ante la legalización de la mariguana medicinal, pero opta por la prudencia para no lastimar a su base política. Y no está claro si tiene una convicción liberal.
•Ríos Piter es la única excepción. Pero es muy improbable que vaya a estar en la boleta.
No deja de ser grotesco que nuestros candidatos a la Presidencia estén más a la derecha de Trump, quien declaró en campaña que el tema de la legalización debería ser resuelto localmente, y se sitúen al lado de Jeff Sessions, que está dispuesto a emprender una cruzada contra la legalización en California y otros siete estados.
El problema de fondo es que la ceguera no ayuda ni resuelve nada. Porque más allá del conservadurismo de los candidatos, la cuestión es qué hacer ante tres hechos esenciales: primero, tenemos un intenso intercambio fronterizo con California, por lo que preservar el status quo equivale a reeditar los años de la prohibición del alcohol, pero al revés. Segundo, cómo se le explica a un campesino pobre que irá a la cárcel por sembrar mariguana, mientras en EU es legal y se hacen fortunas con su cultivo y comercio. Tercero, el futuro del estado de derecho en México depende de que se reconozca que la estrategia prohibicionista es un estrepitoso fracaso aquí y en todo el mundo.
Así que, lo dicho: aunque quieran, los candidatos no pueden tapar el sol con un dedo.