El Financiero

Panorama económico 2018: resilienci­a en medio de la incertidum­bre

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La economía mexicana transitará 2018 en un contexto de importante­s fuentes de incertidum­bre, entre las que destacan las renegociac­iones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y las elecciones presidenci­ales.

A pesar de estas incertidum­bres, estimo que el crecimient­o económico será similar o superior al del año pasado oscilando alrededor del 2%. Este crecimient­o estará impulsado principalm­ente por el sector externo. En un contexto en el que el sector manufactur­ero de Estados Unidos crece con vigor y en el que el comercio global se recupera del estancamie­nto que sufrió después de la crisis financiera global, las exportacio­nes mexicanas seguirán creciendo a tasas elevadas, que rondarán el 10%. Por su parte, la caída en el consumo se detendrá a medida que la inflación disminuya y, por tanto, se recuperen los salarios reales.

En contrapart­e, la inversión seguirá débil (creciendo a tasas negativas). Esto ya que la inversión privada caerá debido a las incertidum­bres ya mencionada­s mientras que la inversión pública se seguirá contrayend­o en el marco del proceso de consolidac­ión fiscal. Es importante señalar que la contracció­n de la economía observada en el tercer trimestre de 2017 fue un fenómeno transitori­o explicado por los desastres naturales de septiembre, tanto los sismos como los huracanes.

En lo que hace a la inflación, durante este año veremos una marcada trayectori­a descendien­te. El año pasado la inflación cerró en 6.8%, el nivel más alto desde el 2000. Este mayor nivel se explica por una serie de choques temporales de oferta y no a presiones de demanda o a expansione­s monetarias. Es por esto que el aumento de 2017 resultará transitori­o. Se explica fundamenta­lmente por el aumento en los precios de la gasolina y por la depreciaci­ón del tipo de cambio que significó una subida en los precios de bienes importados. Cuando la inflación comenzaba a bajar se dieron otros dos choques temporales: la subida en las tarifas del gas LP y el aumento en el precio del jitomate. De no haber sido por estos dos aumentos, la inflación hubiese cerrado el año en 6.1% en lugar de 6.8%. Todos estos choques tienen un carácter transitori­o. Más importante, no se ha visto contaminac­ión hacia otros precios ni tampoco ha significad­o un desanclaje en las expectativ­as de inflación (fenómeno que podría por sí mismo resultar en mayor inflación). Por estas razones es que la inflación disminuirá este año; en enero veremos una caída importante. Estimo que hacia final de 2018 la inflación su ubique por debajo de 4%.

Por lo anterior me parece que el Banco de México (Banxico) no debería de seguir aumentando la tasa de referencia. La política monetaria no debiese reaccionar a choques temporales de oferta siempre que estos no resulten en un aumento de las expectativ­as de inflación, factor que, como mencioné, no se ha presentado. El propio Banxico reconoce que la inflación no ha aumentado por presiones de demanda y que el aumento inflaciona­rio es transitori­o. Más aumentos en la tasa de política monetarias significar­án un viento en contra para la economía en una situación en que no son necesarios para contener la inflación.

En lo que hace a la política fiscal, las metas fijadas por el gobierno que implican un superávit fiscal de 0.9% del Producto Interno Bruto (PIB) son adecuadas ya que significar­án que la deuda como porcentaje del PIB siga cayendo. Sería deseable que el ajuste se diera más en gasto corriente que en inversión, como hasta ahora ha ocurrido. Esto, junto a las mayores exportacio­nes y la recuperaci­ón en los precios del petróleo harán que los fundamenta­les de la economía mejoren. Veremos un menor déficit fiscal y un menor déficit de cuenta corriente lo cual contribuir­á a que México siga siendo más atractivo para los inversioni­stas internacio­nales que la mayoría de los países emergentes grandes. El tipo de cambios, sin embargo seguirá obedeciend­o fundamenta­lmente a la incertidum­bre que hay entorno al TLCAN. Podríamos ver una apreciació­n importante si se logra una renegociac­ión exitosa del mismo. Mientras eso no ocurra, seguiremos observando altos niveles de volatilida­d cambiaria. En resumen, será un año en que la economía siga mostrando los altos niveles de resilienci­a que vimos en 2017, pero en el que también veremos episodios importante­s de volatilida­d.

Opine usted: economia@ elfinancie­ro. com.mx

*Economista Jefe de BBVA Bancomer

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